Duración: 1h 03:59 minutos de juego.

Saques: 2 de Berasaluze II y 1 de Martínez de Irujo.

Pelotazos: 497 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 9 de Berasaluze II, 6 de Albisu, 6 de Martínez de Irujo y 2 de Zabaleta.

Errores: 2 de Berasaluze II, 3 de Albisu, 3 de Martínez de Irujo y 1 de Zabaleta.

Marcador: 1-0, 3-1, 4-1, 6-2, 7-8, 7-9, 8-9, 11-10, 12-12, 16-13, 17-13, 17-14, 18-14 y 22-14.

Botilleros: José Ángel Balanza 'Gorostiza' acompañó a Berasaluze II-Albisu; mientras que Jokin Etxaniz hizo lo propio con Martínez de Irujp-Zabaleta.

Apuestas: De salida se cantaron posturas de doble a sencillo a favor de Martínez de Irujo-Zabaleta.

Incidencias: El Labrit de Iruñea registró un gran llenazo para ver el primer partido de la tercera jornada de semifinales del Parejas de Primera.

Bilbao. Después de nadar en charcos de incertidumbre que apenas cubrían por los tobillos, Pablo Berasaluze y Jon Ander Albisu se metieron ayer en la final del Parejas. Otro capítulo para su historia. Fue tras tumbar a los absolutos dominadores de la competición que solamente necesitaban hacer diez tantos. Pasaron la decena Juan Martínez de Irujo y José Javier Zabaleta. Sin embargo, las musas se le habían aparecido mucho antes al zaguero de Ataun, que cuajó un duelo completísimo y grandilocuente. Si bien se le había acusado en la liga de cuartos de hacer actuaciones poco afortunadas, lo de ayer fue majestuoso. De sus manos nació la victoria, aguantando y aguantando el arsenal de sus adversarios, cuya receta para el triunfo es el de siempre: cargar atrás. Albisu fue su antídoto. Y Pablo, un tirador experto. Porque lo que dejó el guipuzcoano fueron mieles para él. Jugó con cabeza, tranquilo a pesar de la importancia del envite y manejó los tiempos en el Labrit con inteligencia e intensidad. Ya decía Jon Ander que el triunfo contra Aimar Olaizola e Ibai Zabala de la semana pasada había sido una inyección de "confianza". Y esa "confianza" amaneció sin tembleque de piernas ni agarrotamientos. Porque, antes de entrar en semifinales, ante unos rivales como Xala y Barriola totalmente fuera de juego, sufrieron al no verse cómodos y con el reloj de arena derramándose a sus espaldas. Les pesaba la presión.

Ayer se olvidaron de ella. ¡Y de qué manera! Albisu jugó un partido perfecto y fue totalmente desequilibrante. Con la derecha mandó y con la zurda, también. Usó la volea para sujetarse y no erró. Eso es lo más importante: no falló. Sin errores en su cuenta, la hoja de ruta de los colorados fue más relajada. Y eso que al principio se pusieron a dar leña sin resquicios los cuatro pelotaris. Sobre todo los zagueros. Si Jon Ander estuvo enorme, el principio del pegador de Etxarren también estuvo a su altura. El zaguero de Aspe y el de Asegarce, los dos de 22 años, se liaron a estacazos sin reparar en gastos energéticos. La consigna azul estaba premeditada: alcanzar el cartón diez. No obstante, el inicio de la furia colorada, del gran Berasaluze II, fue arrolladora. Empezó el concierto con una dejada en la punta para aliviar tensiones, después un saque travieso y culminó la primera tacada con un gancho al saque remate. Morder para sobrevivir. Apuntar y disparar sin problemas. Además, Jon Ander acompañaba tras el paso por el diván del Labrit la semana pasada. 3-0 de salida, nervios aterrizando y menos sabor a tensión en la boca. Las cosas rodaban. Juan combatió con un zurdazo enorme -genial-, que se envenenó yendo al ancho y murió sin que Jon Ander pudiera contrarrestarlo. Después, otro gancho del mago de Berriz puso la puntilla, a la que se sumaron dos errores azules: un fallo del de Ibero con la zurda y otro de Zabaleta.

Pero ahí estaba Martínez de Irujo. Juan es un ganador, un competidor nato, un animal en la cancha, le gusta ganar y no ahorra aunque todo esté en su mano. Se exprime. Y más cuando la decena aún estaba en capilla. Demasiado lejos. El 6-1 pesaba. Ahogaba. Pero los siete tantos anteriores sirvieron para calentar a los azules, para calibrar distancias y valorar su punto de mira. Irujo empezó a carburar a gusto y a cargar atrás ante un Albisu infranqueable con una táctica que sobre todo evitaba que Pablo entrara en juego. Vistos los antecedentes, pensaban los de Aspe que tarde o temprano Albisu cedería. Cosa que no pasó.

Aun así, fueron sumando cartones. Una tacada de siete tantos restañó las heridas. Irujo y Zabaleta tenían a dos metros de distancia su billete a la final. La ansiedad anterior quizás les había maniatado, pero desatados su presencia era enorme. Y no por errores colorados, sino porque su potencial, en golpe y juego, es poco menos que ilimitado. Tanto Juan como José se marcaron una racha para quitarse el sombrero. Pero el problema vino cuando a Albisu, el termómetro, apenas le entraron las dudas. Los nervios. Era cuestión de tiempo coger pelota. Y la encontró. Una apertura atrás de fuerza descomunal. Factoría Albisu. Después, la otra cara: un derechazo al colchón de arriba. Y otro zarpazo atrás. Reparto de golpes y de fortuna.

Y no tembló el punto de mira de Albisu, quien si juega así va a ser muy difícil de tumbar. Siguió trabajando y se pusieron los de Asegarce por delante de nuevo en el luminoso. Remozados. 11-9. En la punta de la lengua de Irujo y Zabaleta se podía escuchar ya cómo deletreaban final. Y la nombraron después de un arranque de Zabaleta atrás. Una delicia de golpe. Violento y brutal.

antes y después 11-10, una pareja en la final y muchas ilusiones coloradas en juego. Hubo un antes y un después. Se igualaron las cosas en la docena y Jon Ander, entonces sí, sacó el hacha. Zabaleta bajó enteros porque la tensión competitiva ya no era la misma y el de Ataun lo aprovechó. Del 12-12 al 16-12 sumó Albisu tres tantos, llegando a asombrar con un pelotazo atrás en un gran tanto, el que terminó la tacada.

Ahí comenzó la sangría. Apenas estertores de los azules en el Labrit y mucho juego de los colorados. Se amplió la renta y llegó Pablo a meter un rebote. Dominio claro. Paseo militar. Tarde de ilusiones despegando. Hasta el 21-14. Después, el último tanto fue el delirio. Desde los aplausos del Labrit hasta el abrazo nervioso de un Albisu tímido y un Pablo genial. Costó alzar el 22, porque Berasaluze, un resorte, tuvo que poner la casta: sacó, Irujo restó, él la devolvió, Juan puso un dos paredes, desde las tablas Pablo la levantó, Irujo paró al txoko demasiado alto, Berasaluze rapidísimo apareció para tirarse y salvar la pelota, Irujo le soltó atrás, sotamano de Albisu, Zabaleta devuelve como puede y Pablo, inmenso, la arrima desde el tres para que José ni pueda levantarla. Un broche de oro para la final anticipada. Para un partidazo.