Carlos Mañas (Denia, 27 de junio de 1990) se retira y lo hace después de haber hecho historia en la trainera de Bermeo-Urdaibai, conquistando seis banderas de la Concha y seis campeonatos en la Eusko Label liga. La Bou Bizkaia pierde a uno de sus estandartes en la época dorada del club.
Catorce temporadas remando en Bermeo y llega el día de la despedida, ¿por qué decide dejar Urdaibai y abandonar la práctica del remo cuando todavía le queda cuerda?
Empecé muy joven y lo dejo un poco por todo. Ya he hecho muchos años cumpliendo un sueño y ahora toca cambiar un poco de vida. Quiero dedicarme a mí, a mi familia y a mis amigos, que ya sabes que todos los veranos estamos aquí al lío, pringando.
¿Cómo aterriza en Bermeo un chaval de Denia?
Pues nada, yo remé unas temporadas en el club de mi pueblo, en Ilaguts, hasta que con 18 años decidí emprender la aventura de ir a Astillero, y allí coincidí con José Manuel Francisco, en su última temporada en aquel club. Luego empezó aquí en Bermeo y nos trajo a unos cuantos, y yo fui uno de ellos.
Cuando mira atrás después de 14 temporadas en Bermeo, ¿con qué se queda?
Con que he tenido unos compañeros que nunca en mi vida habría pensado que hubiese compartido bancada con ellos. También unos entrenadores muy buenos que me han enseñado mucho del remo. Y nada, pues una experiencia muy, muy bonita, que siempre la recordaré.
14 años en Bermeo, pero nunca será canterano. ¿Qué le parece?
Pues nada, creo que en el remo se están equivocando al hacer esta serie de normas. Que yo sea de Denia no tiene por qué ser una limitación para poder remar en el Cantábrico. Parece que siempre voy a ser uno de fuera, cuando yo me siento como si hubiese nacido aquí. Después de remar 14 años en Bermeo, parece que no vale para nada. Parece que esto va de canteranos y no canteranos. Te limita y da pena.
¿Cómo le acogió el pueblo de Bermeo?
Pues mira, una sorpresa que nunca me hubiera imaginado. Desde el primer año que estuve aquí me han tratado increíble, a mí y a mi familia cuando ha venido. Me han hecho sentir uno más, y yo nunca esperaba que este pueblo me hubiese acogido tan bien.
Sus años en Bermeo coinciden con la época dorada de la historia del club.
Así es. Ya cuando llegué este era un club grande, pero justo ese año ganamos la primera Concha. Y desde entonces la verdad que han sido años muy buenos y otros un poco no tan buenos, pero para mí todos han sido muy positivos. Sí que es verdad que hemos ganado bastantes banderas, Conchas y eso da mucho orgullo de pertenecer a esta época.
También ha habido años no tan buenos, complicados. Este mismo año casi la trainera se queda en el hangar. ¿Cómo ha sido la temporada?
Pues ha sido una temporada diferente. El año pasado teníamos la presión de que cada regata que remábamos, o se ganaba o era un fracaso. Este año sabíamos que no ganar no era un fracaso, que estar en tanda de honor o peleando con los de arriba ya era un objetivo cumplido. Nos hubiese gustado estar más arriba, sí, pero sabíamos que no iba a ser fácil. Creo que hemos cumplido el año con un notable alto.
¿Su mejor recuerdo en estos 14 años?
Creo que podría decir un recuerdo de cada año. Pero sí es verdad que cuando empecé me enamoré del pueblo y del equipo. Estuve tan a gusto y disfruté tanto, que los primeros años fueron maravillosos.
¿Y el momento más complicado que ha vivido?
Sin ninguna duda, las descalificaciones en la Bandera de la Concha en 2013 y 2018. Aquello fue muy duro e injusto. Aquí ha habido años jodidos, complicados, con sanciones y demás, que entre todos hemos logrado superar.
¿El remo es un deporte conflictivo o hay gente conflictiva en el remo?
Bueno, la gente del remo es complicada porque todos somos muy competitivos. Si no ganamos, ya sabes lo que pasa, que nos ponemos rebeldes y empezamos a despotricar. Pero creo que el remo es un deporte sano, aunque a veces nosotros mismos nos queremos perjudicar entre nosotros.
¿Qué ha cambiado en el remo en estos 15 años?
Antes éramos como más burros. Hacíamos un montón de pesas, un montón de ergómetro. Ahora los entrenamientos son diferentes, más específicos, y en el ergómetro no son tan largos como antes. Pero al final llegamos al mismo objetivo de otra forma. La mar, eso sí, nunca cambia.
¿El remo está en crisis?
Desde mi punto de vista, un poco sí. Cada vez hay menos remeros y los que hay son más mayores. Yo me retiro con 35 años y me parece joven, cuando no debería ser así. Creo que hay escasez de remeros, condicionado también por los cupos y esas cosas.
¿A qué edad ofrece el remero su mejor rendimiento?
Yo pienso que cerca de los 30. Es cuando mejor te encuentras físicamente para el remo. Con 20 años se te hace duro, te enfrentas de sopetón a pruebas de ergómetro o al agua y no sabes autocontrolarte. Con los 30 llega esa madurez.
¿Qué le ha dado el remo?
A mí, todo. Ha sido un estilo de vida. Me ha dado una familia de amigos, un pueblo que considero que me quiere bastante y en el que estoy muy cómodo. Para mí esta siempre va a ser mi casa.
¿Y de qué le ha privado?
Pues de la vida social. La vida de un remero es muy dura. Siempre entrenando, fines de semana cuidándote, sin poder salir a cenar con amigos casi nunca. Vacaciones las justas, porque las regatas son en verano. Y mi familia estaba lejos, casi ni la veía.
¿Ha pasado miedo alguna vez dentro de una trainera?
No, miedo como tal no. Sí respeto, cuando nos pillaban temporales de sopetón entrenando. A la mar hay que tenerle mucho respeto.
Remar es duro, pero hacerlo siempre con la presión de ganar… ¿cómo se lleva?
Es complicado. Al final dejas casi de disfrutar de las victorias, porque la obligación es ganar. Luego sientes más alivio que alegría. Algunas veces dejas de sentir la chispa del remo y solo notas presión.
Después de tantos años a base de pasta, arroz y pollo…
Nada, ahora cambio los macarrones por la paella de mi madre.