Nunca es tarde para realizar una confesión. Sobre todo, si esa confesión puede alertar a futuras generaciones de los tropiezos sufridos para que no se repitan los mismos errores. Boris Becker, a sus 57 años, ha reconocido que conquistar el primero de sus seis torneos de Grand Slam a la edad de 17 años le sometió a una presión mayúscula que tuvo que soportar a lo largo de toda su carrera, lo cual a su juicio no fue beneficioso sobre las pistas de tenis, pero también después de colgar la raqueta, lo que desembocó en una “receta para el desastre”.
Para el extenista alemán, este éxito tan prematuro que llegó en Wimbledon en 1985 “cambió el camino que tenía por delante”. “Cuando gané Wimbledon con 17 años, estás tratando de madurar y de encontrar tu sitio en el mundo. Después de ganar, hagas lo que hagas, vayas donde vayas, con quien hables, se convierte en una sensación mundial y ocupa los titulares de los periódicos más importantes. Cuando empiezas una segunda carrera, todo se mide por este éxito de ganar Wimbledon a los 17 y eso cambió el camino que tenía por delante. Estoy feliz de haber ganado, pero tal vez 17 era demasiado joven. Todavía era un niño”, ha declarado para la cadena BBC.
Después de imponerse en la final ante Kevin Curren y convertirse en el campeón más joven del torneo, Becker repitió triunfo un año más tarde. Después tendría que aguardar hasta 1989 para volver a levantar un trofeo de Grand Slam. Ese año logró su tercer Wimbledon y el US Open. En 1991 se apoderaría del Open de Australia. En ese mismo escenario pero ya en 1996 cerraría el sexto de sus títulos de los grandes torneos del circuito mundial.
Su carrera en el tenis continuó entre 2013 y 2016 como entrenador de Novak Djokovic. Una etapa en la que el tenista serbio logró seis de los 24 grandes que figuran en su palmarés.
Una vida salpicada de escándalos
Posteriormente la vida de Becker estuvo salpicada de escándalos. En 2001 se divorció de Barbara Feltus, con quien se casó en 1993, cediendo la custodia de sus dos hijos y pagando una compensación de 14 millones y entregando una casa afincada en Florida. Solo un año antes fue víctima de una paternidad forzada después de que una mujer utilizara sin consentimiento el esperma del extenista para inseminarse y tener una hija que en principio no reconoció como tal, pero a la que se vio obligado a reconocer tras ser sometido a pruebas de ADN. Además, entregó 5 millones en lo que él denominó un chantaje. En 2002 fue acusado de evasión de impuestos. En 2017 fue declarado en bancarrota, pero unos años más tarde, en 2022, fue condenado a dos años y medio de cárcel, de los cuales cumplió ocho, por ocultar 3 millones de euros.
“Yo estaba apoyando a Djokovic y vi cuando ganó contra Nick Kyrgios. Fue muy inspirador y emocional para mí. Me puso en perspectiva al ver que Novak estaba ahí y yo en una de las peores prisiones del mundo”, ha confesado, mirando al retrovisor de la vida.
Becker ha dado a entender que careció de un proceso educativo apropiado, que se saltó pasos en el camino hacia la madurez y luego llegaron las consecuencias en forma de una vida cargada de polémica. “Estaba demasiado cómodo y tenía demasiado dinero. Nadie me dijo 'no'. Todo era posible. En retrospectiva, esa es la receta para el desastre", ha comentado el extenista nacido en Leimen, que alcanzó el número 1 del mundo en una escalada sin cuerdas de seguridad.
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