JON Rahm no para y justo después de ponerse la chaqueta verde del Masters se dirigió en coche a Harbour Town, en Carolina del Sur, a unos 200 kilómetros de Augusta, donde desde mañana jueves disputa por segunda vez el RBC Heritage. La cita de la isla de Hilton Head ha pasado a ser uno de los torneos elevados del PGA Tour y a él acuden nueve de los diez primeros del ranking mundial y los 29 de los 30 primeros clasificados ahora mismo en la FedEx Cup. Solo falta Rory McIlroy. Sin la categoría de major, ahora hay varios torneos que reúnen a los golfistas más importantes y el reto del de Barrika es seguir superándose en cada oportunidad que se le presente. Harbour Town no tiene nada que ver con Augusta, ya que es un campo corto, de calles estrechas y greenes pequeños, pero Rahm tiene herramientas para lucir en cualquier escenario y su mayor obstáculo esta semana será el desgaste físico y mental provocado por el Masters.

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Jon Rahm gana el Masters de Augusta: las imágenes de una jornada histórica

Pero existen otros desafíos que motivan a un ganador. Hasta el PGA Championship, el siguiente major, esperan el México Open, donde defenderá título, y quizás el Wells Fargo. Jon Rahm acumula cuatro victorias este año y el calendario le coloca otra barrera histórica, ya que solo cinco jugadores en este siglo han ganado cinco o más torneos en un mismo año: Tiger Woods, que lo ha hecho ocho veces, Vijay Singh, Justin Thomas, Jordan Spieth y Jason Day. El barrikoztarra tiene cinco meses aún por delante para tratar de alcanzar esa marca, aunque lo difícil será mantener el excelso nivel que ha mostrado en los primeros meses de 2023. Sin embargo, la capacidad de mejora del número 1 del mundo tampoco está en duda. El año pasado, que muchos consideraron discreto pese a sus tres triunfos, se le quedó clavada la espina de los majors, en los que no brilló, y en la primera oportunidad que ha tenido se la ha sacado.

Con dos grandes ya en su palmarés, Rahm entra en ese terreno en el que todos esperan que levantar trofeos sea un hábito, algo que es muy complicado en el golf. Ejemplos recientes son una buena prueba. Collin Morikawa ganó en 2021 The Open, su segundo major, y el año pasado no pasó el corte. Jordan Spieth logró su tercer grande en 2017 y desde entonces solo lleva cinco top10. Gary Woodland, Hideki Matsuyama, Shane Lowry o Matt Fitzpatrick, ganadores primerizos de major en los últimos cinco años, no han vuelto a alcanzar ese nivel, aunque quizás el caso más llamativo es el de Rory McIlroy que lleva desde 2014 intentando completar el Grand Slam. Solo le queda el Masters y ha acabado en este tiempo seis veces entre los diez primeros. Eso sí, la semana pasada no pasó el corte, lo que indica la dificultad de ganar en un deporte tan imprevisible, universal y con jugadores cada vez más longevos.

Sin ir más lejos, en este último Masters Fred Couples se convirtió, a sus 63 años, en el golfista de más edad en pasar el corte; Tiger Woods, antes de retirarse en la tercera ronda por una fascitis plantar, igualó el récord de cortes consecutivos superados, 23, pese a jugar prácticamente sobre una sola pierna y con 47 años. Y Phil Mickelson acabó segundo con casi 53 años. Jon Rahm solo tiene 28 años y mucho tiempo por delante para hacer su palmarés aún más grande. Pero las lesiones, los desajustes técnicos o las crisis de confianza siempre acechan en un deporte de precisión milimétrica y el de Barrika no es inmune a ellas, aunque su trabajo siempre ha ido encaminado a tratar de controlar todo lo que esté en su mano. Al fin y al cabo, el éxito no llega sin buscarlo y Rahm ha llegado donde todos, incluido él mismo, vaticinaban. El Masters no es el final, sino la continuación de un camino en el que sigue habiendo nuevos retos, pequeños o grandes, con los que seguir haciendo historia.