Bilbao- Nacida en Georgia hace 32 años, Ana Matnadze habla perfectamente siete idiomas y tiene dos carreras. Esta ajedrecista es una apasionada de la moda y la aviación. Más que activa en las redes sociales, adicta a las manzanas -durante los torneos se alimenta tan solo de esta fruta- y muy sociable, le preocupa la escasez de mujeres, tan solo tres, que hay en el Campeonato Iberoamericano que se celebra en Bilbao hasta el 3 de noviembre.

Sabrina Vega, Sabrina San Vicente y usted. Solo tres mujeres en Bilbao, ¿qué le parece?

-Poquísimas, obviamente. ¡Es que somos tres! Tampoco soy partidaria de forzar a las chicas a que jueguen al ajedrez, pero que a las mujeres nos guste menos es preocupante.

¿Por eso en la presentación dijo que lo importante no era que hubiera mujeres ganadoras sino más jugadoras mujeres?

-Eso es, muchas chicas no conocen este mundo y creen que con tanto hombre nos discriminan. Pero llevo más de 25 años dedicándome a esto y estoy encantada.

¿Suele ser habitual que solo hayan tres mujeres de cien jugadores?

-Normalmente suele haber más chicas, generalmente se suelen apuntar algunas jugadoras locales, pero en el Campeonato Iberoamericano no se ha dado el caso. Aunque, de todas formas, siempre somos minoría.

¿Y cómo le va en el torneo?

-Bien, pero esto es muy largo. Es imposible marcarse un objetivo concreto porque hay un montón de condicionantes que pueden influir: que no te pille de la mejor forma, que las cosas no te salgan, que el otro tenga un buen día...

¿Entonces tampoco se atreve a pronosticar el papel de sus dos compañeras femeninas?

-Las veo bien, pero creo que se decidirá todo en las últimas rondas. Es decir, esto es impredecible pero daremos mucha guerra, eso sí lo puedo prometer.

¿Qué le parece Bilbao?

-Estuve de paso hace dos años y me enseñaron un poco la ciudad. Ahora ya he pasado un par de días aquí, ya me conozco las calles. Bilbao es pequeño y bonito. Se puede ir andando a todas partes y eso me encanta porque le veo muchas similitudes con Georgia.

Entonces, está como en casa.

-Sí. Ya he aprendido la palabra más importante, sagarra, porque durante los torneos prácticamente solo como manzanas. En el restaurante ya me conocen por eso.

¿No come nada más?

-De niña comía muy poco, pero como a todos los niños, me obligaban. Ya cuando crecí y me hicieron pruebas médicas, se comprobó que no necesitaba comer mucho. Entonces me dio por las manzanas, he estado hablado con mi nutricionista y no hay ningún problema.

También le gustan la moda, las redes sociales, la aviación... No es un perfil que la gente espera de una ajedrecista.

-Es que la gente tiene la imagen de los ajedrecistas muy estereotipada, piensa que somos personas muy serias, bichos raros, siempre concentrados... Pero no todos somos iguales.

¿Se siente diferente?

-Sí y estoy encantada de serlo. Me siento única, como debería sentirse todo el mundo.

El ajedrez es para usted, ¿pasión o profesión?

-Profesión. También he estudiado dos carreras, Periodismo Internacional y Filología Germánica, pero el ajedrez exige mucho tiempo. Me gusta el periodismo, pero solo hago trabajos esporádicos para desconectar, por cambiar de roles. Es divertido.

¿Está Bilbao preparado para acoger este tipo de campeonatos?

-Por supuesto. Lo que más me gusta es la oportunidad de competir con los aficionados tan cerca.

¿A qué se refiere?

-Para los ajedrecistas la concentración es lo más importante, son muchas horas de tensión no liberada, pero tenemos que acercar al público a nuestro deporte. Y aquí han conseguido que el público pueda estar cerca sin molestar. Pueden ver los gestos de los ajedrecistas, sus reacciones, las caras que ponen... aquí se puede vivir el ajedrez.