LOS Juegos Olímpicos de Barcelona’92 fueron el momento álgido para la lucha vasca. Cuatro deportistas en liza y muchas licencias en la época dorada. Las bases para crecer y hacer algo importante estaban, pero la suerte no se alió con él y en vez de comenzar el vertiginoso ascenso, llegó la cuesta abajo. Un agujero negro que fue tragando los sueños de mucha gente que soñaba con esta modalidad. Los años han pasado y ahora la Federación Vasca de Lucha y Sambo trabaja por recuperar el nivel de antaño. “Hay luz en el futuro. Estamos intentando salir de este túnel en el que varias personas metieron a la lucha y al sambo. Lo vamos a conseguir con esfuerzo y con la ayuda que nos puede dar el Gobierno Vasco”, afirma Lorenzo Templado, presidente del organismo.
La falta de apoyo económico y la no continuidad del proyecto han sido unas de las razones para que la lucha y el sambo haya sufrido este declive. “A partir de Barcelona comenzó una cuesta abajo en cadena. Los que estaban en ese momento no quisieron o no pudieron hacer nada y los técnicos y luchadores de nivel acabaron yéndose a otras federaciones a trabajar”, argumenta Templado, que reconoce que la situación de los entrenadores no ha mejorado mucho hoy en día: “Tenemos entrenadores de nivel, pero el problema es que necesitan trabajar para ganar dinero porque de la lucha no sacan nada. Este deporte siempre ha sido gratis y eso suele acarrear problemas. Queremos darles una ayuda a los técnicos para que puedan compaginar mejor sus labores con la formación”. Otro de los motivos es la falta de licencias. La Federación de Lucha y Sambo cuenta hoy en día con cerca de 200 deportistas, un número que les es complicado aumentar: “Es difícil conseguir niños porque la gente asocia la lucha con el pressing catch y los padres se echan para atrás. Nosotros animamos a la gente a que se apunten y les tratamos de mostrar que este deporte fomenta la amistad, la psicomotricidad y muchos valores relacionados con el deporte”.
lucha olímpica Por otra parte, la lucha olímpica también vivió otro momento crítico después de Londres’12. En febrero de 2013, El Comité Olímpico Internacional recomendó la exclusión de este deporte del programa a partir de los Juegos de Tokio. Un duro golpe para la modalidad que causó una polémica en la que la Federación Vasca también estuvo inmersa. “Hicimos todo lo posible para presionar a nivel estatal. No tenemos muchas licencias, pero sí bastante peso gracias a nuestra trayectoria de los años anteriores. Queríamos saber la razón principal”, declara Templado. El motivo de la propuesta del COI fue clara. Las normas habían provocado mucha pasividad dentro de la lucha olímpica, por lo que el deporte cada vez era menos atractivo. Era necesario un cambio. Evolucionar o morir. Por ello, la Federación Internacional de Lucha decidió cambiar las reglas, apostar por darle vistosidad a la modalidad y evitar así que esta desapareciera: “Para Euskadi hubiera sido un desastre y a nivel mundial también. No puede desaparecer un deporte que comenzó con el inicio de la historia de los Juegos”.
En el caso de Euskadi, la lucha olímpica ha sido una opción de medalla en los últimos Juegos Olímpicos. Maider Unda consiguió el bronce en Londres y ahora aspira a recuperar su mejor momento para poder llegar a Río de Janeiro. La deportista alavesa es la referencia de la Federación Vasca de Lucha y Sambo. El faro que alumbra el camino de una prometedora generación que viene por detrás. “No solo trabajamos con Maider, pero es nuestra prioridad y trataremos que esté en Brasil porque sería uno orgullo y una satisfacción para Euskadi. Aun así, también tenemos otros cuatro chicos de 16 y 17 años con los que estamos entrenando duro para que en un futuro puedan entrar en el plan ADO”, cuenta Templado. Pequeños halos de luz para encontrar la salida a un oscuro túnel que está siendo demasiado largo.