EN el centro de Bilbao, Julen Zubero (Lemoa, 1982) arregla una bicicleta en la tienda en la que trabaja, sin apenas descanso después de una semana de competición extrema. Las bicis son su vida. Su profesión y su pasión. Una afición que le ha llevado al vizcaino a embarcarse en una de las pruebas más exigentes sobre dos ruedas: la Titan Desert. "La carrera es estupenda. Es una aventura bien hecha y organizada, no falta de nada. Pero aparte de eso es durísima", comenta el ciclista vizcaino. Temperaturas extremas, recorridos llenos de obstáculos y un sinfín de problemas que han hecho mella en Julen, que volvió de Marruecos "cansado y con problemas de estomago"; pero con dos victorias de etapa, el maillot de líder con el que llegó a correr un día, la placa que les acredita como el mejor equipo y con una sonrisa enorme que solo tiene alguien que ha vivido algo increíble.

"Es una prueba que engancha, porque todo el mundo dice que al año siguiente no vuelve y siempre te los encuentras ahí", afirma Julen. El lemoarra disputó hace tres ediciones su primera Titan y desde ese momento se enamoró de la prueba. "Estás en la mitad de la nada y no te falta de nada. Pero lo bueno de esta prueba es el ambiente que se crea. Hemos convivido más de cuatro mil personas durante seis días, en las mismas condiciones, y me llevo de allí un montón de amigos. Eso es lo que me hace volver año a año". Un oasis entre tanto sufrimiento. Una isla en el océano de fuego. Sin embargo, no todo es diversión durante la carrera. Además de los numerosos peligros que esconde el desierto y la dureza de la competición, hay algo a lo que más teme Zubero: "Quedarte solo en mitad de la nada". Una soledad que puede llegar a desesperar al más fuerte y que requiere grandes dosis de autocontrol. "Si vas bien y solo, hasta disfrutas; pero cuando estás mal y miras para atrás pensando que te va a pillar alguien y no ves a nadie, es duro", relata.

Una prueba titánica que comenzó con una "situación rarísima". Zubero y Pujol, compañeros de equipo, cruzaron de la mano la meta. Era el gran momento del equipo. Pero entonces, Milton Ramos apareció de la nada. El brasileño se había descolgado en el último puerto y tras escoger una ruta alternativa, consiguió llegar antes que sus rivales. Sin embargo, la organización decidió sancionar a Ramos por ir en dirección contraria a la carrera. "Fue una decisión muy arriesgada y chapeau por él, porque hay que tenerlo muy claro para hacer algo así. Pero yo creo que la sanción, por seguridad, es lógica", declara Julen.

Zubero defendía el liderato e "iba a por todas", pero durante los dos siguientes días sufrió un calvario. Sobre todo, en la tercera etapa. "Perdí casi una hora y pensé en bajarme. Pero Vidal, mi compañero de equipo, me esperó y gracias a él conseguí llegar", explica el lemoarra, que sin opciones en la general, salió a disfrutar y a buscar la victoria de etapa. Un triunfo que no tardó en llegar, ya que el cuarto día Julen cruzó la meta con los brazos en alto.

Próximos retos Así, todavía con arena en el equipaje y los músculos doloridos de la dura aventura en el desierto, Zubero ya tiene en mente sus próximos retos. "En quince días correremos en La Rioja Bike Rice, una carrera que es competición pura y dura. Luego, en plan aventura, estamos buscando algo similar a la Titan y en septiembre, iremos a la Madrid-Lisboa", comenta Julen adelantando sus planes más cercanos, ya que el futuro es incierto para este lemoarra que debe programar su calendario "día a día", debido a las exigencias económicas que trae consigo este deporte. "En estas pruebas te dejas un pastón y nosotros no tenemos ningún sponsor que nos de un dinero fijo, tenemos que ir pidiendo a la gente, buscando lo que se puede correr y que nos salga lo más económico posible", añade. Muchos meses de duro trabajo e innumerables horas pegado al teléfono para hacer realidad esta afición, un sueño que le ha llevado a poder surcar el desierto sobre dos ruedas y a vivir una experiencia inolvidable.