Recompensa a la perseverancia
Efrén Vázquez ata su mejor resultado del curso, una quinta plaza en su primera comparecencia tras dos ausencias desde su fractura de clavícula hace un mes Llegó a ser líder, pero el dolor le frenó
bilbao. Efrén Vázquez ha firmado diez quintas posiciones en el Campeonato del Mundo, más allá de otros diez cuartos puestos y sus cuatro podios. Ayer, en el Gran Premio de Catalunya, fue quinto, por décima vez. Uno más. Sin embargo, nunca una quinta plaza, incluso una cuarta, quién sabe si hasta un podio, le ha sabido mejor. Tanto, que rompió a llorar como viva expresión de la liberación de tanta penuria almacenada durante el último mes. Originado el desconsuelo por la fractura de su clavícula derecha el pasado 17 de mayo en Francia y operada para unir ocho fragmentos en uno el posterior día 19, una de sus peores lesiones, entre otras cosas, porque era la tercera ocasión en que se quebraba dicho hueso. Este calvario desembocó ayer en el triunfo de la persistencia, en una demostración de que el trabajo, concienzudo, con esmero, sí da réditos. De hecho, el piloto bilbaino es sumamente hermético, inexpresivo en cuanto a emociones. Un tipo contenido. Se atrinchera en una muralla de seriedad. Pero ayer no se contuvo, las sensaciones eran demasiadas. Le desbordaron y el dolor le hizo estallar y salpicar con lágrimas.
El sábado el de Rekalde hizo saltar la banca con una sexta posición para la parrilla de salida que incluso sorprendió al mismísimo protagonista. Algo viajaba en su interior que él mismo no era capaz de reconocer. Rabia, quizás, impotencia por la ausencia de dos carreras que han trastocado planes de crecimiento en su nueva aventura, iniciada desde cero esta temporada (la moto no existía ni en planos pocos meses antes del inicio del curso), en el equipo Mahindra, que comienza a intimidar a KTM. No en vano, Efrén, que en todo momento viajó hermanado con su compañero de equipo Miguel Oliveira, sin molestarse compartiendo grupo y rebufos para cocinar un resultado, se alzó sobre la cabeza de la carrera cuando restaban 16 vueltas para agotar las 22 previstas para la prueba, un ejercicio de resistencia para Efrentxu, que actuaba con voluntad, maestría e iniciativa. La adrenalina era su camuflaje para el dolor, como "contrarrestaba", según dijo, su armazón, su óptima preparación física.
Consciente de que los giros traerían consigo el agotamiento y de que entonces aflorarían los límites de su hombro derecho, buscó vaciarse, entregarse a fondo aunque el desfallecimiento ocurriera en la orilla. Y así fue. Sucedió a 5 vueltas para ver la bandera ajedrezada. A esas alturas Efrén ya había trabajado por su mejor botín de la temporada, había rodado en el grupo destacado, incluso perdió la rueda del cuarteto más avanzado (Rins, Viñales, Salom y Márquez) y la recuperó. Un esfuerzo inconmensurable que, en contraposición, pasó factura, le hizo descolgarse. Quedó varado en la quinta posición. Más que suficiente.
"Estoy reventado, hecho polvo". Esa fue su primera expresión, fundido, como escupiendo las palabras. "La satisfacción es mucha, pero me voy con esa espinita clavada de que he sido yo quien físicamente no ha estado a la altura para estar en el podio", lamentaba. Los últimos abrazos al circuito de Montmeló se hicieron eternos: "No encontraba postura sobre la moto; me concentraba en la respiración, trataba de relajarme para soportar el dolor". Y, dado el contexto, el empeño colmó las opciones de un brillante resultado.
De hecho, su actuación supuso como desencadenante un buen brinco. Escaló tres posiciones en la clasificación general del Campeonato del Mundo de Moto3, donde ahora reside en el duodécimo peldaño, empatado a 27 puntos con el undécimo, y a solo 2 del Top 10 de la categoría, que "es el objetivo inicial" y que, una vez afianzado, permitirá fijar más alto la mira. Más que factible visto lo visto ayer.
Lo de ayer fue un reverdecimiento de sensaciones para Efrén, que volvió a verse entre los mejores, guerreando como si no hubiera mañana. Supo también sobre su pundonor. Lo calibró. Fue una lección de reconocimiento de uno mismo, una prueba personal, una genial recompensa para su persistencia. Ese acto de fe que todo piloto necesita para sostenerse en la cúspide motivacional, pues "era impensable hacer una carrera así" cuando en Italia no pudo tomar la salida de la carrera hace dos semanas, a pesar de subirse a la moto durante los entrenamientos. Según expresó, "la lesión ha sido un parón, pero ahora puede ser un golpe de inflexión". Un antes y un después. Su ánimo burbujea. "El objetivo es aprovechar los recursos mecánicos, trabajar despacito pero con buena letra, y a ver si mantenemos la concentración para crecer como lo estamos haciendo", solapó, orgulloso, pues el esfuerzo en su recuperación, aunque sigue convaleciente, ya que la clavícula necesita unas 8 semanas para calcificar, ha traído grata renta. En el horizonte figura Holanda, adonde asiste con renovadas ilusiones.
salom, triunfo y liderato En el debate por el triunfo, Salom fue el mejor estratega. Apenas rompió el viento en la cabeza del grupo y saltó desde la sombra a falta de 6 vueltas. Su tirón fue el que lapidó las a opciones que viajaban con Efrén. Su cambio de ritmo fue bestial, insoportable, y Rins, Viñales y Márquez claudicaron. El Mexicano luchaba por la victoria y el liderato del Mundial, donde ha desplazado a Viñales.