"Aún no he encontrado el límite"
En 'Summits of My Life', Kilian Jornet (Sabadell, 27-X-1987) quiere rizar el rizo, este curso pretende coronar corriendo el Elbrus ruso, el Mattherhorn italiano y el Mont Blanc galo y batir sus récords, todo tras colgarse el oro en la Vertical Race de los Mundiales de esquí
bilbao. El cómo es tan importante como el por qué y el qué. Kilian Jornet es honesto. Nacido y criado entre montañas, quiere demostrar la importancia de varios valores en sus récords: lo esencial de apreciar la naturaleza, conocer la montaña, soñar, trabajar por encontrar nuestro límite... Desde el prisma de la montaña y el sacrificio, Jornet quiere algo más que ganar, ser feliz. Detrás de las esquivas pesadillas del destino, todo el mundo busca eso, la felicidad por el camino. La honestidad quizás resida en admitirlo y lanzarse a ello de forma descarnada.
Acaba de ganar un oro en los Mundiales de esquí, ¿cómo le sienta?
Muy bien. Esta es mi décima participación en un Mundial y sigue gustándome como el primer día, así que estoy contento con el resultado.
¿Cómo fue la carrera?
Fue disputada porque era un tramo corto y rápido. Finalmente, conseguí escaparme del resto de esquiadores y quedar en primera posición.
Tiene muchos títulos, ¿hay alguno con un valor especial para usted?
Todos tienen un valor especial y me recuerdan momentos determinados. Algunos son de carreras donde sufrí mucho, otros de momentos muy bonitos... No sería capaz de escoger solo uno.
¿Qué tiene en mente ahora?
Este 2013 estoy muy emocionado con los retos del proyecto Summits of My Life que ya empezamos el año pasado. Para esta temporada vamos a intentar hacer récords en el Elbrus, el Matterhorn y el Mont Blanc. ¡Tengo ganas de empezar con ello!
¿Qué espera de esta aventura?
Espero, por un lado, conseguir los objetivos deportivos, que son los récords de velocidad y de subida y bajada. Por otro, seguir creciendo como persona, aprendiendo y disfrutando del camino.
¿Le queda alguna cima por coronar que anhele?
Como digo, todas las cimas que espero coronar con Summits of My Life son esas montañas que estaban marcadas en mi lista de sueños desde que era pequeño, así que estas expediciones son las que espero con más pasión. De todas formas, para mí el proyecto no son solo los retos deportivos, sino también la transmisión de valores que me han inspirado desde siempre: simplicidad, humildad, respeto por la montaña, sacrificio, ser silencioso con la montaña...
Desde que era muy pequeño ha vivido la montaña, ¿esperaba dedicarse a ello con el éxito que está teniendo?
Nunca pensé que iba a dedicarme a esto, aunque estoy muy contento de poder vivir de lo que me gusta y tener la oportunidad de pasar mi vida entre montañas.
¿Es posible vivir de este deporte?
Yo no necesito muchas cosas para ser feliz, pero es verdad que es difícil vivir de esto. Aun así, he tenido la inmensa suerte, gracias a los patrocinadores, de dedicarme profesionalmente a esto y poder hacerlo a tiempo completo.
¿Cómo vive la montaña? ¿Qué significa para usted?
La montaña lo representa todo para mí. Es como un inmenso terreno de juego donde corro, paseo, duermo y vivo.
¿Es una pasión, un deporte, un hobby...?
Lo es todo a la vez. No creo que pudiera estar en ningún otro lugar, y aquí es donde espero encontrar la felicidad.
¿Se siente afortunado por vivir tan intensamente de la montaña y ganarse la vida en ella?
Si, muy afortunado. Cada mañana cuando me levanto veo las montañas que me rodean y pienso en la suerte que tengo.
Mucha gente de la montaña cuenta que es un organismo vivo, ¿cree usted lo mismo?
Sin duda. Hay que saber entender y comprender a la montaña para saber qué días son los buenos y cuáles no. También hay que respetarla y hacerse invisible, para no molestar. De esa manera, con un poco de suerte, ella nos dará todo aquello que estamos buscando.
Estamos acostumbrados a verle en imágenes espectaculares, incluyendo el último documental sobre sus proezas, ¿cuánto trabajo hay detrás?
Hay mucho trabajo en muchos sentidos. Hay un trabajo de preparación de la expedición -ya sean las rutas que vamos a tomar, el material, la comida...-, después una preparación física que, depende de los retos, es mayor o menor. Eso por mi parte. Después hay que preparar todo el aspecto visual, con las cámaras y también hay muchos otros asuntos logísticos que es necesario cuadrar. Por suerte no estoy solo en esto y entre todos podemos hacerlo posible.
Prácticamente ha vivido toda su vida atado a la montaña, ¿cree que hay cierto componente genético en su éxito?
No sé si genético, aunque es verdad que mis padres también están muy atados a la montaña. Yo creo que haber crecido en un refugio a 2.000 metros de altura me hizo ver la montaña y la naturaleza como mi casa. Desde pequeños nos llevaban a mí y a mi hermana a hacer largas excursiones y nos acostumbramos. Para nosotros era como un juego.
¿Cuál es su preparación anual en cuanto a sus diferentes facetas: la carrera y el esquí?
Yo divido mi temporada en dos partes: invierno y verano, aunque si bien cambia lo que llevo en los pies -zapatillas o esquíes- el entreno es el mismo. De hecho, no tengo un plan específico, entreno según me encuentro cada día. Hay mañanas que me levanto y me encuentro en forma y otras que no; entonces decido. También depende si ese día tengo ganas de ir a descubrir un valle o una montaña.
¿Hay que pagar algún peaje por conseguir el éxito?
No lo sé muy bien. Para mí el éxito depende de lo que cada uno decida que es el éxito. Para mí ha sido poder hacer lo que me gusta y donde me gusta. Más allá de ello, no creo haber tenido que hacer otros sacrificios.
¿Y cuál es el límite?
Depende de cada uno. Yo no he encontrado todavía el límite pero tampoco es lo que más me interesa. Para mí lo más importante es disfrutar de lo que estoy haciendo.
Cuando uno se expone a correr durante tantas horas consecutivas y con un desnivel tan escandaloso, ¿cómo es posible darle la vuelta a los momentos malos?
Intento no pensar en ello. En las carreras llega un momento en el que mis piernas duelen tanto que le dicen a mi cerebro que deberíamos pararnos. Entonces intento distraerlo haciendo cualquier cosa: a veces me invento historias, otras veces canto canciones..., cualquier cosa que consiga engañar a mi cerebro y a mis piernas para llegar hasta la meta.
¿En quién se apoya cuando los resultados se resisten?
En mi familia y mis amigos, aunque tampoco estoy muy obsesionado con los resultados. A veces, aunque no haya ganado una carrera, lo considero un buen resultado si he tenido buenas sensaciones, si me he divertido durante el recorrido.
La familia supongo que tendrá una importancia fundamental en su pasión, ¿no es así?
Sí que lo es. Como decía, mis padres fueron los que me transmitieron este amor por la montaña y lo han seguido haciendo durante los años. A mi hermana también la tengo muy presente.
También ha pasado momentos malos. ¿Cómo procesó la muerte de su compañero Stephane Brosse en el Mont Blanc?
Fue muy duro, es difícil perder a un compañero que se ha convertido también en un amigo. Aun así, hay que aceptar que esos son los riesgos de la montaña; nos da mucho, pero también nos quita mucho.
Aún es joven pero ¿qué espera del futuro?
Encontrar la felicidad por el camino.