En tiempos convulsos como los actuales parece, cosa inaudita, -la califico por lo de la opinión dominante-, que hemos llegado a la conclusión general, común (siempre hay y habrá negadores) de que “se está produciendo un cambio de magnitud global” y que afecta, de manera especial a la sociedad occidental. Y nos preguntamos: ¿En qué consiste ese cambio? ¿Qué futuro nos espera? ¿Cómo será la vida en los próximos años?...

Son muchos los autores que, como los filósofos Giambattista Vico (1668-1744) o Claude-Henri de Saint-Simón (1760-1825), (no es cuestión de hacer larga la lista), teniendo como marco la historia de Occidente, han pretendido explicar la evolución histórica de las sociedades y, a partir de ella, implícitamente, pronosticar lo que nos deparará el futuro.

Por su simplicidad y su capacidad didáctica, a pesar del mayor impacto que, sobre pensadores posteriores, tuvo la teoría de Vico, siempre me he ubicado entre los autores que mostraban un mayor grado de simpatía por la teoría de Saint-Simón.

Saint-Simón afirmó que “no hay ni puede haber más de dos sistemas de organización social realmente distintos, el sistema feudal o militar y el sistema industrial; y en lo espiritual, un sistema de creencias (en sintonía con el primero), y un sistema de demostraciones positivas, (en relación estrecha con el segundo). Toda la historia del género humano se divide, necesariamente, entre esos dos grandes sistemas de la sociedad”.

Hace ya algunos años, en mi libro titulado Algunas claves para otra mundialización, siguiendo a Saint-Simón, afirmaba que “la ideología que sustenta el capitalismo neoliberal, como proyecto sistémico ideológico, político, social y económico de una cultura única con su vocación universalista, supone la recreación actualizada de un nuevo imaginario feudal a imagen y semejanza del viejo orden feudal medieval”.

En el originario orden feudal, la ordenación del mundo terrenal estaba determinada por la estructura celestial que, la implacable Voluntad Divina, sobre la base del principio sagrado de la jerarquía, había establecido como modelo y justificación. En el actual feudalismo en desarrollo, la configuración del orden terrenal está determinada sobre ese mismo principio, ahora en versión desigual, no por un Dios que se oculta tras la bóveda del cielo sino por el dios implacable creador de una nueva universalis ecclesia: el mercado.

Como muestra de lo que he llamado “la vuelta al feudalismo”, sin entrar en mayores profundidades, trataré de realizar unas pinceladas comparativas entre la fotografía del comienzo de dos milenios y, más en concreto, las instantáneas del entorno de dos años separados por un milenio como los años 1025 y 2025 para ilustrar lo que entiendo por regreso al feudalismo.

¿Qué ocurría en el entorno del 1025 en Europa? ¿Cuál era el panorama en ese tiempo? Siguiendo a Itziar Caballero en La genética del Constitucionalismo moderno, diré que, en el año 1023, en la ciudad de Ivois, hoy, la actual Carignan, a orillas del rio Mosa y fronteriza entre Francia y Bélgica, se presenta la escena de dos monarcas, Enrique II el Santo, de Germania y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico perteneciente a la dinastía sajona y el Capeto Roberto II el Piadoso, de Francia. Hablan de la paz, de la justicia, de la protección de la Iglesia romana al igual que lo habían hecho sus predecesores de la dinastía carolingia. Pero, en la realidad, no hablan de algo sustancial dado que su poder y su autoridad eran casi nulos al haberse desmembrado, el imperio Romano-Germánico creado por Carlomagno, en multitud de feudos encabezados por señores de la guerra, esto es, por condes, duques (gran parte de ellos, obispos) que habían armado sus particulares ejércitos y, con frecuencia, guerreaban entre sí.

En el exterior de la reunión real en el marco de un caos sociopolítico, en el que la sociedad trabajadora ignorada e ignorante, buscando su ubicación, comenzaba a estar en ebullición, se producían constantes sublevaciones y desórdenes que debían ser neutralizados. Para ello, se gestionaba el miedo extendiendo, entre esa población mayoritaria, pero “invisible”, la idea de que el fin del mundo estaba cerca. Y todo el mundo lo creía y esperaba ese día de la ira que provocaría sin duda la confusión y la destrucción de todo lo visible. Tribus espantosas, dice el Apocalipsis, surgirían del fondo de la Tierra, de lugares desconocidos, perdidos en el horizonte del oriente y del norte…

Y, de repente, surge la luz en ese mundo tenebroso. Dos poemas escritos por dos obispos del norte de Francia van a contener la teoría sobre la que va a basarse el nuevo orden feudal. Adalberón de Laón y Gerardo de Cambray en sendos trabajos poéticos titulados Roberto rey de los francos y Gestas episcoporum cameracensium desarrollan el modelo social de las tres funciones. Esto es una sociedad conformada por tres estamentos: Los que rezan (oratores), los que guerrean (bellatores) y, como novedad, la integración en ese orden de la gran masa de los ignorados (pauperes).

Se trataba de un modelo social que se asentaba sobre la idea de que el orden del mundo reposaba sobre el escalonamiento de los estamentos y la complementariedad de sus funciones y, además, se cohesionaba en la disciplina: Unos rezaban, otros ejercían la fuerza con las armas y los demás realizaban los trabajos como siervos para ambos dos.

Cerca de ocho siglos duró aquel orden en el que lo religioso y lo militar, fundidos en la complicidad, llenaron de sufrimiento y la sangre de los pauperes tiñó los campos de Europa. Todo pareció acabarse con la Revolución Francesa de 1789 y la llegada de la era de la Industrialización en los términos de Saint-Simón. El paréntesis de esperanza solo ha durado dos siglos y medio.

En el año 2025 que acabamos de estrenar vuelve a reproducirse la imagen del Imperio Romano- Germánico en descomposición de 1025, ahora en versión Unión Europea en desnaturalización.

Tras un escenario de pánico vivido como consecuencia de la sorprendente aparición de la pandemia de la Covid 19, se gestiona un clima de miedo a una posible guerra mundial en suelo europeo, a la potencialmente posible utilización de armamento nuclear. Bajo el pretexto de que debemos estar alerta y preparados, la OTAN (brazo armado del dios mercado) presiona de manera obscena sobre los Estados para que incrementen ostensiblemente las partidas destinadas a armarse militarmente. Como en el primer feudalismo militar vuelve a instalarse la lógica militar y el militarismo.

Pero… la actual Europa, la Unión Europea no había sido entrenada para las cuestiones de guerra, su discurso oficial decía que ¡había sido construida para la paz! A partir de ahora, Europa tiene que comenzar a buscar los enemigos y para ello, el Imperio le proporciona la lista con los que debería batirse en una guerra: ¿Rusia?, ¿China? ..., y se gestiona el miedo y se orienta el discurso para que conociéramos hacia quien debíamos dirigir nuestros odios. De nuevo, reitero, la época militar del modelo teórico de Saint- Simón.

En los despachos del Consejo de Europa en Bruselas se habla de paz para Ucrania poniendo el acento en Rusia como encarnación de la maldad, así como del cese de la masacre, igualmente, para Palestina dejando caer que fueron los palestinos los que iniciaron las hostilidades y también de justicia para el genocidio que continúa cometiendo Israel en Gaza y Cisjordania evitando calificarlo como tal.

La defensa de los Derechos Humanos, credo fundamental de la Europa de los 27, es otra cuestión que se trata en Bruselas, aunque sin sonrojo por mirar, con frecuencia, a otra parte, cuando se reiteran las trasgresiones del Imperio y sus allegados, así como la inmigración obviando su cínica y, a veces inhumana política o las llamadas “agendas” sin cuestionarse qué premisas ideológicas encierran y si es o no estomagante el “método de seducción” para su implementación…

Se habla de todo eso, pero, en la realidad, se habla de poco o nada. El verdadero poder de disposición no está en esos despachos, está en las manos del nuevo dios: el Imperialismo del mercado o, si se quiere, El Imperialismo angloamericano que, por ejemplo, sabotea el gasoducto Nordstream a través de miembros de la Unión Europea (ver L’Eclairer-La Lettre des Alpes). ¡El colmo de los colmos! Los lobos en su propio corral.

Ahora, estamos, de nuevo en las tinieblas. Si la versión teórica de Adalberón y Gerardo supuso en aquel tiempo, ciertamente, un “avance” en cuanto a la ordenación y la integración social que duró hasta la llegada del liberalismo, -que supuso nuevo avance-, el discurso de los nuevos teóricos feudales Hayek, Friedman, Nozick…, supone, a través de su neoliberalismo, la profundización en el caos.

Ellos señalan la ruta a ese nuevo feudalismo que, conociendo la experiencia del primero, ahora, sobre la fusión de las dos etapas de Saint-Simón (militar e industrial con el añadido tecnológico) pretende ser un proyecto tan acabado que cualquier plan de reforma en ese nuevo orden exija un esfuerzo tan descomunal como el que se requiriese para vencer la ley de la Gravitación Universal.

El cuadro sintomático que presentan los discursos y actuaciones, en los últimos días, de los nuevos purpurados de la “eclesia mercatorun”: Donald Trump y Elon Musk, continuadores del expresidente estadounidense, Ronald Reagan y la exprimera ministra británica, Margaret Thatcher, leídos en términos sistémicos, nos van a obligar reescribir la historia. Sin ir demasiado atrás en la historia, creímos que la Primera y la Segunda Guerra Mundial se hicieron para asentar la democracia como marco de vida en el Occidente. ¡Estábamos equivocados! Al parecer solo sirvieron para allanar el camino a la implantación del liberalismo, -cada vez más liberado y fortalecido por la sutil erosión ejercida sobre las tradicionales fuerzas de la izquierda-, y, más tarde, cuando los tiempos fueron propicios, para la apertura de puertas al neoliberalismo. Me pregunto si, los que la historia nos ha presentado como ganadores en las dos guerras mundiales, fueron realmente los vencedores. Ante el espectáculo de una ultraderecha que se pavonea en el fango neoliberal de este nuevo feudalismo creo que la pregunta es procedente para comenzar a conocer la verdadera historia.