Conocí al senador Frank Church, demócrata por Idaho, en Caracas en 1975 de la mano de quien fuera Delegado del Gobierno Vasco en los Estados Unidos Periko Beitia y del arquitecto Iñaki Zubizarreta. Vino al Centro Vasco, se entrevistó con Don Manuel de Irujo, se sacó una fotografía con los niños de la ikastola y en cena pública le reconocimos su sensibilidad hacia lo vasco. Era normal. Ser Senador por Idaho le obligaba a estar en relación con todos los ciudadanos y votantes de su estado, muchos de ellos vascos. Y, como hemos visto, tras las elecciones del martes, cada voto cuenta.

Pero la cuestión no quedó ahí. Nos dijo que quería visitar Euzkadi y, a los tres años, en 1978, le recibimos en el aeropuerto de Sondika, junto a su esposa Bethine, y le organizamos un programa donde le movimos como una peonza desde el mundo simbólico vasco al político organizándole una entrevista en Donibane Lohitzune con el Lehendakari Leizaola, que continuaba en el exilio, en Gernika y en Bermeo en el monumento a la batalla de Matxitxako. La fotografía está obtenida en el cementerio de San Juan de Luz, donde fuimos a honrar al Lehendakari Agirre y ahí está él a la izquierda junto a Mikel Isasi, J.J. Azurza, R. Sota y Antón Irala.

Vino acompañado de su esposa y no tengo para olvidar cómo coincidió su estancia con el Aberri Eguna de aquel año eléctrico, un Aberri Eguna que también lo convocaba el Partido Socialista siendo historia la pancarta que llevaron Rubial, Redondo, Iglesias y Benegas solicitando el derecho de Autodeterminación. Ya no volvieron a celebrar el Aberri Eguna.

El senador Church vio toda aquella algarabía manifestante con sus pancartas, banderas y tambores desde el balcón de la casa de Rufino Urkijo, aita de Ana Urkijo, en la Avda. Sabino Arana y cuando almorzamos con él y le preguntamos qué le había parecido todo, nos dijo que nos deseaba “un país pacificado y aburrido, porque la democracia, la buena, tiene que ser aburrida cuando los ciudadanos cumplen la ley”. Fue una clase desde la experiencia. En Madrid se discutía la Constitución y ETA había decidido seguir con sus atentados.

Recuerdo también su visita a la Casa de Juntas de Gernika en motrollón y una cena en el Carlton en el comedor-despacho del Lehendakari Agirre. Y es que toda aquella historia le interesaba y mucho.

¿Quién era Frank Church? Fue un político y abogado estadounidense. Miembro del Partido Demócrata, fue un célebre senador de los Estados Unidos por Idaho entre 1957 y 1981. Fue candidato a la nominación demócrata para la carrera presidencial de cara a las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1976, perdiendo en primarias frente a Jimmy Carter, quien sería elegido presidente. Había trabajado con el presidente Kennedy y se había opuesto a la guerra de Vietnam.

Era conocido por haber presidido el Comité Selecto del Senado de los Estados Unidos para el Estudio de Operaciones Gubernamentales Respecto a las Actividades de Inteligencia, más conocido como Comité Church, que realizó extensas investigaciones sobre las operaciones llevadas a cabo por la CIA en las décadas precedentes. Sus informes sacaron a la luz los abusos cometidos por los servicios de inteligencia y agencias federales tanto dentro de Estados Unidos como en numerosos países de todo el mundo. Church también destapó la existencia de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y sus bastos programas de vigilancia, además de numerosas operaciones ilegales secretas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). ​

Las duras conclusiones a las que llegó el comité provocaron cambios profundos en las leyes que regían las actividades de inteligencia en el país. Tras sus investigaciones, Church defendió el establecimiento de mayores controles a estas agencias por su potencial daño a la privacidad y derechos de los ciudadanos. Murió de cáncer de páncreas en 1984, a los 59 años de edad.

La traición según los espías

Documentos desclasificados por la Administración estadounidense y recogidos en el libro La traición según los espías, libro de reciente publicación arrojan luz sobre un momento de la Transición española directamente vinculado con el PNV. Los papeles, cables diplomáticos y transcripciones de conversaciones entre representantes de los Gobiernos de Gerald Ford y Jimmy Carter, que llegó a la Casa Blanca en enero de 1977, año en que están fechados, y personalidades del Partido Nacionalista Vasco, retratan los movimientos para reconstruir el partido tras el franquismo. En aquel momento, el PNV estaba a punto de ser legalizado y preparaba su estructura para tratar de gobernar Euzkadi cuando se reinstaurara la democracia, como así ocurrió. 

Oscar B. Otalora, periodista e investigador de Vocento, me puso al quite de lo que decía el libro, cosa que agradecí pues nada sabía de esta infra historia, y me pidió datos sobre lo que vivimos y reprodujo los cables en su literalidad, demostrando que el PNV no estuvo solo en aquel proceso, aunque las ayudas tampoco resultaron cuantiosas. El Partido Nacionalista Vasco recibió durante aquel año 1977, no solo la visita del Comisario democristiano Lorenzo Natali sino medio millón de marcos (115.000 euros actuales) de la democracia cristiana alemana para poner en marcha su actividad política, según figura en un cable de la embajada de Estados Unidos desclasificado ahora y fechado en 1977. Un dinero que tenía como objetivo activar el PNV en vísperas de su legalización. Fue el propio Xabier Arzalluz quien hizo la revelación de la que quedó constancia en las comunicaciones que la Embajada de Estados Unidos reportaba a Washington. El documento sobre la financiación aparece en un anexo del libro La traición según los espías, de Jorge Urdánoz. 

Ante la decrepitud y las enfermedades de Franco, los democristianos europeos comenzaron a preocuparse ante lo que podría suceder. El dato de la financiación se lo reveló Xabier Arzalluz al cónsul de Bilbao, quien se lo transmitió al entonces embajador de Estados Unidos en España, Wells Stabler. Este diplomático informó a su vez al Departamento de Estado en Washington, donde se seguía con gran interés la Transición española. La conversación recogida en el cable confidencial es un extracto de una charla más amplia en la que se habla tanto de las posturas políticas que iba a mantener el PNV ante la llegada de la democracia como de la visión que la formación jeltzale tenía del futuro de Euzkadi. 

En este contexto, la conversación refleja el espíritu de la época. El dictador Franco había muerto dos años antes y España iniciaba los primeros pasos hacia la democracia. Pero, en el marco más amplio, el mundo se encontraba en plena Guerra Fría entre los bloques occidental y comunista. El PNV, por otra parte, no fue legal hasta el 23 de marzo de 1977. La charla tuvo lugar un mes antes, en febrero, cuando la formación ya actuaba en la vida pública con cierta normalidad pese a no ser legal. Habíamos celebrado la Asamblea de Iruña.

Visita a Berlín

A Oscar B. Otalora le conté para poner en contexto aquella reunión que había que tener en cuenta que el PNV, como fundador de la democracia cristiana, disponía de una amplia red de contactos europeos forjada en los años en los que sus dirigentes estaban en el exilio. En los años 70, ya habíamos tenido relaciones importantes con la CDU (Unión Demócrata Cristiana, por sus siglas en alemán) y con la Internacional Demócrata Cristiana y con líderes como el presidente de Venezuela, Rafael Caldera, o Eduardo Frei sin olvidar que la CDU entró en los Nuevos Equipos Internacionales en 1947 en la sede de la Av. Marceau de París.. 

Le conté cómo estuvimos en Berlín y en Colonia en tres ocasiones. En el primero de ellos, en 1975, nos llevaron a Berlín y nos alojaron en un hotel cerca del Muro, para que fuésemos conscientes de lo que suponía el comunismo, incluso pasamos a la zona oriental por el Check Point Charlie. Era una reunión que tenía muy presente lo que había sucedido en 1974 con la Revolución de los Claveles, cuando los militares dieron un golpe de Estado en Portugal para acabar con la dictadura y se temía que se produjera una deriva hacia el comunismo. 

Tras aquel primer contacto, participamos en un segundo y tercer encuentro que se celebró en Colonia y estuvo auspiciado por la Fundación Konrad Adenauer, una organización alemana apadrinada por la democracia cristiana, con el nombre del primer canciller de la Alemania surgida de la Segunda Guerra Mundial y padre fundador de la UE. Este grupo tenía entre sus objetivos ayudar a partidos políticos en países que estaban haciendo su transición a la democracia. Nos dieron unas clases de pedagogía política y de técnicas y recursos electorales. Y todavía hubo un cuarto encuentro, celebrado en el hotel Meliá de Madrid, en el que estuvo presente Aldo Moro, el líder de la democracia cristiana italiana y primer ministro italiano que sería asesinado en 1978 por las Brigadas Rojas. A aquellas citas también asistió el militante del PNV Joseba Goikoetxea, quien más tarde pasaría a ser un mando de la recién creada Ertzaintza y fue asesinado por ETA en 1993. 

El senador de los vascos

En ese contexto, donde todo estaba por hacer, los cables desclasificados en EE UU desvelan cómo el senador por Idaho Frank Church «fue recibido con gran entusiasmo» en Bilbao, donde aterrizó procedente de Londres. Ese mismo día comimos con él y le recuerdo a Juan de Ajuriaguerra, Xabier Arzalluz, Uxune Retolaza. Aún recuerdo aquella comida en Deusto, en la que el cónsul de Estados Unidos se negó a tomar vino por sus convicciones religiosas y pidió una Coca-cola para acompañar la estupenda merluza traída de Ondarroa. Nos dejó estupefactos. Church se reuniría con otras personalidades como el socialista Ramón Rubial, presidente del primer Consejo General Vasco. 

La actividad del senador irritaba hora a hora al Gobierno de Adolfo Suárez. Para el Ejecutivo español, que el importante senador Church no hubiera acudido a Madrid antes de visitar Bilbao ya era una ofensa. Pero su apoyo al PNV también fue subiendo el nivel de tensión. En ese ambiente, Church viajó hasta Madrid tras finalizar su viaje por Euzkadi para visitar al ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja. Allí se produjo el primer desencuentro. “En una rara muestra de mal juicio político, el ministro declinó recibir al senador”, escribieron los diplomáticos en un cable confidencial. La afrenta a Church continuó cuando, tras someter al senador a una larga espera, le atendió un subsecretario “para una charla breve e insustancial”. 

La crisis que se estaba gestando no se conocería hasta 1991, cuando el embajador Wells Stabler fue entrevistado para la revista de la Asociación de Estudios Diplomáticos. Allí narró cómo tuvo que hacerse valer ante el rey Juan Carlos I para poner freno a la escalada. “Llamé a un allegado al monarca y le dije: Church va a ser presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos y si tú quieres tener amigos allí, este no es el camino. Están a punto de enemistarse con alguien que nunca olvidará este trato arrogante, grosero e insultante, no solo hacia él sino también hacia mí como embajador. Francamente, estoy extremadamente descontento. La única manera de salvar la situación es que el rey vea a este senador”. Juan Carlos I aceptó y no solo concedió una audiencia a Church sino que reprendió a Marcelino Oreja, quien corrió a telefonear al senador para reunirse con él. 

Casi cincuenta años después, recuerdo aquella visita de Church como un gran respaldo al PNV de la Transición. Y, en especial, y, repito, la frase que nos dijo durante su estancia en Bilbao: “Ojalá tengáis pronto una política aburrida”. Ya me gustaría.