NO deja de ser curioso. Dos bizkainos secuestrados por el régimen de Maduro, y todavía no he visto ninguna cartelada, ninguna pintada, ninguna manifestación, ninguna información exhaustiva, ningún grupo de apoyo, como si se tratara de algo normal. No lo fue que un periodista que trabajaba para Gara fuera detenido y encarcelado en Polonia y que Putin lo canjeara y recibiera en Moscú. El “Pablo Askatu” lo teníamos hasta en la sopa. Nada nuevo en la IA con su curiosa manera de valorar los hechos y su curiosa vara de medir, que por otra parte, es muy clarificadora por antidemocrática.

Portell Franco falleció en noviembre de 1975. El año siguiente, 1976, fue el de ir rompiendo las costuras del régimen. A mediados de año y con la designación de Suárez, el ambiente comenzó a cambiar. Ante aquella realidad había que apostar en primer lugar por lograr una imprescindible libertad de expresión. Juan de Ajuriaguerra me encargó ir sondeando a los dos medios que habían mantenido la dictadura, El Correo Español y La Gaceta del Norte. El PNV había tenido en tiempos de la República tres periódicos punteros. El político Euzkadi, el vespertino La Tarde y el deportivo Excelsior, todos ellos incautados por la dictadura en 1937, sus periodistas encarcelados y exiliados y en el caso de Andima Orueta, jefe de redacción del diario Euzkadi, asesinado en Santander. El régimen militar incluso robó su maquinaria. La Cruzada había vencido y al nacionalismo vasco había que perseguirlo y quitarle su voz.

De La Gaceta del Norte me hablaron de uno de sus redactores principales, José María Portell. Desde el Juicio de Burgos se había interesado por el mundo clandestino vasco, incluso rompiendo alguna lanza en aquellos años de plomo. Le pedí audiencia. Me recibió al poco en su despacho de la calle Henao. Era algo inédito en décadas. Le pedí espacio para nuestros comunicados del EBB. Y fui con el último comunicado de aquella ejecutiva semiclandestina. Me dijo que seguramente no lo podría publicar pero como él además era corresponsal de Mundo, La Vanguardia y Blanco y Negro, seguramente saldría en ellos. Luego me preguntó cuántos afiliados teníamos. Le hablé de los carnets que estábamos entregando y de la Asamblea en Iruña que íbamos a organizar pero no concreté. Me comentó que a raíz de la caída el año anterior por Aberri Eguna, el gobernador civil le enseñó a García Hernández, ministro de la Gobernación del último gobierno de Franco, una lista de unos siete mil afiliados al Partido y de cómo se quedaron extrañados al ver cómo un partido en la clandestinidad pudiese tener tanta audiencia. Yo creo que esas listas que tenían no eran de afiliados sino de la sociedad Euzkerazaleak pero no le desengañé pues aquel periodista de La Gaceta me habló muy bien del PNV. Y se lo conté a Ajuriaguerra. Al despedirnos, me dijo que los iría publicando. 

Lo hizo. En junio de 1978 lo asesinó ETA en Portugalete, donde vivía. La Asociación de Periodistas creó el Premio Portell a la Libertad de Expresión.

Cuando en 2022 la Asociación de Periodistas Vascos y el Colegio Vasco de Periodistas, le otorgaron el Premio Portell a Pablo González, encarcelado en Polonia por graves acusaciones de espionaje, me llevé las manos a la cabeza, ante lo que consideré un postureo falsamente progre, pero muy peligroso, sobre todo, por la ligereza que suponía al blanquear un presunto y criminal espionaje. Era verdad que las condiciones de detención y encarcelamiento en Polonia atentaban contra los derechos humanos y en eso sí había que demandar que se cumpliera la justicia europea exigiendo un tratamiento con garantías y un juicio justo, pero Pablo González no era un presunto free lance que hacía su trabajo sino un presunto espía de un estado agresor como Rusia, mandado por un dictador como Putin que había sido jefe del KGB. Entre espías andaba el juego. Así de claro. Informaciones posteriores nos decían del trabajo que estaba haciendo al servicio de la dictadura de su país natal. Y sin embargo, se le presentó tanto en ETB como en el Colegio de Periodistas como una víctima de la libertad de expresión, cuando era precisamente todo lo contrario, de no ser que colaborar a la invasión de un estado independiente como Ucrania, con su destrucción y muerte, nos parezca que es lo que hay que hacer en democracia. Me gustó que en el mitin de Zarautz se le criticara duramente y con razón. Y me gustó se hiciera porque en política hay que hablar claro y marcar bien el terreno, cosa que no había hecho. Bildu, mientras tanto organizaba en Nabarniz un homenaje a uno de sus héroes y en las txosnas del Arenal, Pablo González apareció como uno de los suyos. Y a callar.

Por cierto, Xabier Ormaetxea siempre me dice que no es Pablo González sino Pavel Rubstov. Rusia no acepta dobles nacionalidades bajo ningún concepto.

No entiendo cómo el Colegio de Periodistas Vasco, ante tantísimos profesionales con millones de puntos de más merecimientos, le otorgara el premio Portell a este tan dudoso sujeto y haría bien la familia Portell en solicitar a la Directiva del Colegio de Periodistas que retiren el nombre de este supuesto espía ruso, recibido por Putin en Moscú, por decencia y por respeto a la memoria de aquel gran periodista asesinado.

Datos sobre Navalny

No es un asunto menor, aunque ahora esa beligerante IA mire para otro lado, como con el tema de Maduro aplicando siempre su doble moral. Pavel Rubstov se infiltró como periodista en instalaciones militares ucranianas, en la mayor central energética de Polonia, en la boda de un oficial del ejército estadounidense en Georgia y hasta en una Asamblea de la OTAN para reportar con detalle al Servicio de Inteligencia Militar ruso. El periodista Esteban Urreiztieta ha tenido acceso en exclusiva a decenas de documentos que custodiaba cuando fue detenido por las autoridades polacas en febrero 2022 en ordenadores portátiles, iPads, discos duros portátiles y teléfonos móviles. Y lo más grave, no solo obraban en su poder un informe sobre el principal opositor de Putin, Alexei Navalny, en el que figuraba la dirección de las clínicas en las que había sido atendido ante el ataque que sufrió en 2017. También figuraban en sus discos duros, entre otras cuestiones, maniobras militares en campos de entrenamiento ucranianos.

Curiosamente, EITB ha pasado de puntillas sobre esta noticia, lo que me parece muy grave. Nos están desinformando diariamente y dando pábulo a gentes cuya acción, presumiblemente cuesta vidas humanas. ¿O es que estamos de acuerdo con la invasión rusa en Ucrania?. Si es así, efectivamente, Pablo Gonzaléz, Pavel Rubstov es un héroe. No para mí y creo es preciso denunciarlo.

La denuncia de una activista rusa Hay más. La agencia Efe publicaba esta noticia: “No tengo ninguna duda de que era un espía. Estoy segura al 100 %”, manifestó Zhanna Nemtsova, hija de Boris Nemtsov, un acérrimo opositor de Vladímir Putin que fue asesinado en 2015 cerca del Kremlin. Zhanna Nemtsova ha revelado que el periodista vasco Pablo González, entregado a Moscú en el reciente intercambio de prisioneros con Occidente, le espiaba al seguir sus pasos, asistía a eventos de su círculo y grababa entrevistas.

Tras la entrega de González a Moscú, Nemtsova -que tras la muerte de su padre decidió emigrar a Europa por seguridad- ha declarado a la BBC cuándo conoció al periodista vasco y cómo empezó a sospechar que él pudiera trabajar para el espionaje del Kremlin. A principios de agosto, González fue sacado de una prisión polaca y trasladado a Moscú en un avión en el que viajaban agentes rusos encubiertos, piratas informáticos y un sicario del servicio de la inteligencia del FSB.

“Tuve mis primeras sospechas en 2019. Simplemente me di cuenta”, contó Nemtsova. Se convirtió en miembro fijo de su círculo: asistía a eventos, grababa entrevistas y se relacionaba con la gente. Nemtsova contó que se volvió cautelosa sobre la presencia de González ya que tenía sospechas.

“Compartí mis sospechas con un par de personas y me dijeron: ‘¡No, esto es una tontería!’. La gente te considera loca si mencionas algunas cosas. Pueden pensar que eres paranoica. Pero yo tenía toda la razón”, dijo la activista rusa.

“Da miedo. No deberíamos restarle importancia. Esta gente no tiene escrúpulos morales. Te consideran su enemigo”, advierte, refiriéndose a los agentes de inteligencia rusos. González fue acusado formalmente de espionaje una semana después de salir de Polonia para ser llevado a Moscú como parte del intercambio de prisioneros a principios de agosto. Hasta entonces, había pasado más de dos años encerrado, esperando el juicio. Cuando el grupo de espías rusos llegó a Moscú, González fue recibido por una guardia militar, con alfombra roja y el mismo presidente del país, Vladímir Putin, que les agradeció su leal servicio al país. Un vídeo de su llegada a Moscú muestra a González sonriendo mientras estrecha la mano de Putin al pie de la escalerilla del avión. El periodista tenía barba, la cabeza rapada y llevaba una camiseta de La Guerra de las Galaxias que decía “Tu imperio te necesita”.

Entre creer a Nemtsova y a Pablo González, canjeado por Putin, solo me queda volver a sugerir a la familia Portell que pida retirar el nombre de su familiar de un premio relacionado con alguien así. Por higiene democrática y por respeto a José M. Portell.

Delirio de una izquierda Estalinista

El pasado domingo en Gara, firmado por Iñaki Etaio (Askapeneko militantea) se publicó un artículo titulado Venezuela: demokraziatik haragoko kontua, que venía a decir que la situación de Venezuela no se puede plantear en términos de democracia/dictadura. La clase obrera tiene el poder y es el imperialismo capitalista quien con artimañas se lo quiere arrebatar.

Iósif Stalin y Adolf Hitler no podrían enunciar mejor semejante estupidez y semejante delirio antidemocrático. Estamos pues ante una izquierda no democrática que en Caracas aplaude el robo electoral y felicita al asesino de Maduro a través de Marije Fullaondo y Diana Urrea, de Bildu, y que es incapaz de denunciar absolutamente nada sobre algo que hasta Sumar lo hace al solicitar el inicio de una transición democrática. ¿Qué le pasa a Sortu para que no apoye la democracia y siempre enarbole, como en el caso de Pablo González, un discurso de apoyo a las dictaduras y ahora ante el descarado robo electoral en Venezuela, aplauda el abuso y el autoritarismo mientras en Euzkadi son tan exquisitamente demandantes de derechos a todas horas? ¿Les gustaría que tras las elecciones de abril persiguieran a Pello Otxandiano y no reconocieran su victoria? Parecería que sí, pues siguen aferrados al discurso y a la palabrería hueca de los años setenta.

Para aclararles lo que dicen sobre la clase obrera, decirles que en Venezuela la clase obrera ha votado millonariamente por González Urrutia y María Corina Machado. La clase obrera ha tenido que huir del país en más de ocho millones (unos 25.000 en Euzkadi) y de esos 8 millones solo han tenido derecho a voto 68.500 en aviesa maniobra del régimen al saber que ese voto exterior es profundamente antichavista. La clase obrera ha votado y su resultado no ha sido reconocido. En Venezuela la clase obrera celebraba la Navidad en diciembre, pero ahora gracias a Maduro obligatoriamente le verá celebrarla al histrión de Maduro en octubre. En Venezuela, la clase obrera carece de una sanidad y educación digna. En Venezuela, los tan antiyankis han logrado que la moneda nacional, el bolívar, haya sido sustituida por el dólar. En Venezuela, la clase obrera es reprimida y todo joven es sospechoso. Todo esto se ha intensificado hasta el paroxismo tras el 28 de julio habiendo sido nombrado Diosdado Cabello ministro del Interior que aplica los peores métodos represivos.