SON muchas y variadas las preocupaciones en las que nos movemos. Así, una situación económica difícil con una inflación galopante; una situación internacional prebélica; y, en lo más cercano, una praxis política degradante, en la que la batalla preelectoral aparece por todas partes. De todo ello, ahora queremos plantear nuestra relación con el medio ambiente, mezcla de preocupación y de olvido si es que afecta directamente a nuestra manera de vivir.

1. Preocupación social por el medio

Así, durante estos últimos meses, vemos cierta preocupación y miedo respecto a los problemas que plantea el medio ambiente. Los cambios meteorológicos y climáticos que hemos padecido nos interpelan sobre el estilo de nuestra manera de vivir y cómo afrontamos la nueva situación. El ser humano no puede dominar y someter la naturaleza en todo su poder, pero ha ido modificando su entorno considerablemente, sobre todo con la revolución industrial y los diversos sistemas económicos al uso.

El planeta Tierra, sus recursos, sus múltiples especies y la propia vida en general, se han convertido, en vez de la “casa común”, en una gran mercancía y en un campo de explotación del que se intenta obtener un mero beneficio material. Son muchos los ejemplos que podríamos traer para corroborar esta consideración, sólo señalamos que los problemas del medio ambiente se han globalizado y se extienden con gran rapidez. Por eso, no podemos dejar de denunciar el desastre ecológico que sufren amplios territorios y pueblos del planeta, también el nuestro, sometidos a una cruel y continua deforestación con fines mercantiles, explotando y destruyendo todo el entorno sin ningún límite legal ni moral.

Añadamos la permanente degradación de la atmósfera, de los ríos y los montes de nuestros pueblos y ciudades, la destrucción del litoral marítimo, la permanente desertización de amplias zonas del planeta... Lo cual incide en pérdida de capacidades de defensa ante diversas enfermedades o plagas. En definitiva, se trata de una variación más, de la degradación y contaminación crónica que va deteriorando los recursos que tenemos y la misma vida humana.

2. Esperanza y oportunidad

Estas reflexiones sólo señalan las incertidumbres y el miedo que muchas veces vivimos, pero no queremos ser negacionistas ni pesimistas. Quieren ser también, para todos, una expresión de esperanza y oportunidad de cambio: la intervención efectiva de nuestras instituciones políticas y un cambio cultural para concebir la vida de otra manera deben ser un punto de referencia. Creemos necesaria otra forma de vivir y pensar, que supere la obsesión de un enriquecimiento rápido, del consumismo y el entretenimiento barato, que coloca los signos de triunfo y felicidad en el dinero, la imagen y el triunfo a cualquier precio, destruyendo incluso lo que nos rodea. Este estilo de vida tiene un influjo fatal en la destrucción de los recursos que nos sostienen.

¿Dónde están, pues, la esperanza y la oportunidad?

En primer lugar, en ser conscientes de la realidad que vivimos. Es necesario tomar conciencia de un futuro con grandes interrogantes sobre el cambio climático, el uso cuidadoso de la energía y el agua, el respeto a la atmósfera cuidando contaminarlas lo menos posible. Se impone inculcar desde la educación, los medios de comunicación social y las familias un mayor compromiso para el cuidado del medio ambiente.

Si los que vivimos en los países más desarrollados no somos conscientes de lo que está sucediendo y si no cambiamos muchos de nuestros hábitos de vida, llevaremos el medio ambiente a un abismo sin retorno.

3. El futuro nos exige compromiso

No seamos agoreros. El futuro está abierto y lleno de esperanza. Adoptemos la posición humilde de M. Luther King: “Aun si supiera que el mundo iba a acabar mañana, hoy plantaría mi manzano”.

En definitiva, hay dos formas complementarias de actuación: la primera, la personal, viviendo con valores de respeto y responsabilidad, ahorrando agua y energía, reduciendo la contaminación atmosférica, eligiendo productos eficientes y amistosos con el medio ambiente… aunque ello signifique cambios en nuestras costumbres (consumo de carne bovina-chuletones; uso racional de las nuevas tecnologías; desplazamientos a largas distancias por ocio...) Y junto a ello, la participación política responsable, implicándose en iniciativas positivas de mantenimiento del medio ambiente y rechazando prácticamente aquello que lo deteriora.

De cara al medio ambiente y al cambio climático, hemos de plantearnos problemas esenciales de producción y consumo de energía. El rechazo sistemático, por mera estrategia partidista, de eventuales soluciones tecno-políticas aportadas por otros grupos, no resuelve el grave problema que tenemos y es una pésima aportación al bien común de nuestro pueblo.

Fomentemos una actitud de esperanza activa, pues todavía estamos a tiempo para rectificar y conservar un medio ambiente que nos posibilite un destino común mas humano y justo. l

* Etiker son Patxi Meabe, Pako Etxebeste, Arturo García y José María Muñoa