A batalla de Madrid (rememorando aquella cinta memorable, La batalla de Argel, de Gillo Pontecorvo), va a resultar decisiva a la hora de definir nuestro próximo futuro como país. La muy probable entrada de Vox en el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso sería con toda probabilidad la peor noticia política y social de los últimos 30 años.

Solo un milagro electoral y la reconciliación de las izquierdas podría recuperar de nuevo aquel eslogan de la Guerra Civil, el "No pasarán". Que un personaje especial como Ángel Gabilondo lo pudiera hacer posible. Recuerda, al menos a las gentes de mi generación, aquella magnífica película de John Ford de 1952, El hombre tranquilo, con John Wayne y Mauren O'Hara como protagonistas.

Narraba la historia de un exboxeador americano, que volvía a su Irlanda natal después de una azarosa vida. Ese hombre tranquilo, representado por Wayne, también tenía sus momentos de enfado que resolvía con unos puños de hierro. Combinaba la tranquilidad con la respuesta contundente cuando era atacado y se pasaban de la raya con él.

Sería bueno visionarla de nuevo a la hora de enfrentarnos a lo que está ocurriendo en Madrid y lo que puede ocurrir en las próximas semanas hasta la fecha clave del 4 de mayo.

A veces ocurren circunstancias curiosas a la hora de escribir una reflexión y así, mientras recordaba esas dos cintas, venían a mi mente dos personas relacionadas con ambas películas.

De una parte ese hombre tranquilo como Ángel Gabilondo, al mejor estilo del personaje de Wayne, entrañable, bondadoso, culto, "soso, serio y formal" como dice su eslogan de campaña y lo terrible de la película de Pontecorvo que podría representar perfectamente Isabel Díaz Ayuso, IDA para los amigos.

Gabilondo es la pura esencia de una generación de políticos en vías de extinción, que deberíamos reivindicar y proteger. Una especie de vuelta del espíritu del "viejo profesor" Enrique Tierno Galván, esta vez en la Presidencia de la Comunidad en lugar del Ayuntamiento.

Se les echa en falta en una política actual plagada de crispación y tensión, donde los problemas de la ciudadanía quedan aparcados primando solo el griterío y los malos modos.

Ángel Gabilondo resulta una especie de bicho raro en medio de una batalla en la que todo vale. Desde la descalificación y el insulto a la mentira, cuanto más grande mejor porque más impacto produce.

Ayuso, por el contrario, es la perfecta alumna de Goebbels y Trump. Una mentira dicha mil veces se transforma en una verdad. Mientras que su mentor MA Rodríguez sigue a pies juntillas las teorías de Maquiavelo y Bannon.

Así, ver y escuchar a Gabilondo en medio de la batalla de Madrid, trae a la memoria la película de Fernando Colomo, o la canción de Burning y preguntarle con cariño: ¿qué hace un chico como tú en un sitio como este?

Gabilondo y Ayuso representan el yin y el yang, el ángel (curiosamente ese es su nombre) y el demonio, la verdad contra la mentira; la sensatez, la fina ironía inteligente (hay que ser inteligente para practicarla) frente al exabrupto, y la prudencia serena ante la irresponsabilidad, especialmente ante todo lo que está sucediendo con la pandemia en Madrid.

La ciudadanía, de izquierdas y también de derechas, no debería tener ninguna duda a la hora de elegir entre uno u otra, no hay color, pero en unas circunstancias como las actuales, con una sociedad líquida que no diferencia el bien del mal, todo lo que debiera ser normal acaba no siéndolo.

Así nos encontramos a unos 40 días de la cita electoral con todos los escenarios abiertos, todo puede ser posible aunque las encuestas apunten a victoria arrolladora de IDA.

¿De qué va a depender que Madrid tenga la suerte de tener un presidente estilo Tierno Galván, o siga con una presidenta de la más pura tradición de Esperanza Aguirre?

Quizás de algo improbable como que la sociedad madrileña, en especial las gentes progresistas sean de izquierdas o no, despierten y se decidan esta vez a votar por la buena gente tranquila.

O que el cinturón rojo, desde Parla, Getafe, pasando por Alcobendas y San Sebastián de los Reyes y terminando por Torrejón de Ardoz y Alcalá de Henares, entienda el peligro que se nos viene encima y se movilicen a los niveles de antes.

También de otras circunstancias menos ideológicas, como que el arriesgado movimiento de Pablo Iglesias consiga para Podemos un aumento de parlamentarios considerable, que Más Madrid y PSOE mantengan o superen los que consiguieron hace ahora apenas dos años, o incluso que C's sea capaz de superar el 5 % y poder entrar en el reparto. Esos 7 parlamentarios podrían ser vitales a la hora de elegir a uno u otra.

El resto parece que está cantado, que PP y Vox van a subir, aunque quizás esa circunstancia no les sea suficiente y serán capaces de pactar y aliarse, abriendo así un terrible panorama a este país. La derecha más extrema junto a la extrema derecha puede dejar a partir de ese instante un panorama de conflictos y tensión que a nadie interesa.

Por eso las izquierdas, todas la izquierdas, las estatales y también las periféricas aunque la batalla se dé en el centro, nos jugamos mucho, quizás todo, y convendría que lo analizaran para que el comportamiento durante la dura campaña electoral que nos espera tenga las menos trabas e injerencias posibles. Desde luego evitando desvaríos como el acuerdo de investidura de Catalunya entre ERC y CUP.

Existe otra circunstancia que puede influir en el resultado, no se sabe muy bien a favor de qué bloque, que en esas fechas estemos inmersos en una cuarta ola de la pandemia, que afectará especialmente a Madrid.

Para terminar, un elemento en positivo mirando a lo ocurrido en EE.UU. los últimos meses.

Allí un Biden-Gabilondo se confrontó en las primarias con un Sanders-Iglesias y posteriormente a un Trump-Ayuso y ganó. Ganó ese hombre tranquilo, moderado, educado en las formas, sensato, prudente, honesto.

Con una circunstancia a tener en cuenta aquí. Si el gurú de la derecha MA Rodríguez, diseña la campaña al más puro estilo de su igual americano Steve Bannon y su Qanon, puede producir un efecto boomerang provocando la activación de los votantes de izquierdas de la periferia de Madrid.

Entonces la victoria de Ángel Gabilondo, el hombre tranquilo de aquí, estaría garantizada y en Madrid, en España, tendríamos un mandatario de altura, de los de antes, un estadista de largo alcance.

Madrid y España necesitan como agua de 4 de mayo alguien como él, El hombre tranquilo que recupere la dignidad de la cosa pública. Sería el mejor regalo que la ciudadanía de Madrid podría hacerse a sí misma y al país. Veremos€

* Exparlamentario y concejal de PSN-PSOE