EN agosto, ese mes caluroso, cuando se cierran las tiendas, las rebajas ya no saben qué rebajar y los bares llenan cañas de cerveza continuamente, los políticos piensan. Piensan y siguen cobrando por ese pensar sin ideas que, posiblemente, nos lleve a otras elecciones absurdas donde más o menos los resultados son semejantes.

Para meter el voto en una urna hay que pensar poco, tristemente muchos nos quedaríamos en casa sin cumplir este deber ciudadano, que se ha convertido en una desilusión continua. Ni usted ni yo vamos a decidir nada. Solo esos políticos que piensan en el coto de Doñana decidirán el futuro. Allí, en la espectacular “plaza de toros” de las marismas, no se oyen olés, ni hay paseíllo, la música es un runruneo de mosquitos, y esos mosquitos no pican, como dijo un mandatario andaluz, allí rejonean.

Por esa desazón, rojos de noches en vela por la insistencia de estos insectos, vuelvan a ganar el sueldo que sin merecerlo reciben, porque -se diga lo que se diga- estamos sin gobierno. Por eso, los políticos están de vacaciones pagadas.

La aventura de loli Les voy a contar una historia verídica. Había una vez (no en los tiempos de Maricastaña, sino en este siglo XXI que va llegando a un cuarto de su existencia) una señora, Dolores Alegre, de 78 años, que vivía, y vive, en La Coruña. Tenía, y tiene, una mercería, la mercería más antigua de la capital gallega. Era, y es, la mujer que más ha cotizado a la Seguridad Social de España. Le hicieron un homenaje hace tres años y le dieron la medalla al mérito al trabajo, por llevar 64 cotizando. Discursos, una placa de alpaca y un ramo de flores. El problema es que pretende jubilarse en el 2020 para dejar de vender hilos, agujas y calcetines, pero Loli -como le llaman las clientas- no va a poder realizar el sueño de su vida, viajar cuando se jubile. No podrá, porque después de tantísimos años de ser una buena contribuyente, recibirá una jubilación que no llega a mil euros al mes. En una de las muchas entrevistas que le hicieron, después de los homenajes, Dolores dijo: “Es duro ser autónomo. Los políticos, sin embargo, trabajan dos años y tienen la vida solucionada”. Sé, por experiencia, que no todos los políticos gozan de esa suerte, pero una mayoría sí y, además, cobran varias jubilaciones de trabajos anteriores, consejos de administración? un agobio de trabajos estresantes que necesitaron muchos rejoneos en el coto de Doñana hasta la gozosa y merecida jubilación de su cargo.

La verdad es que no sé porqué se me ha ocurrido en estos últimos días de agosto escribir de jubilaciones, es posible que la causa sea ver las injustas desigualdades.

el país descansa Los periódicos, tan delgaditos de páginas, en este mes, repiten fotos iguales, aunque sean de días distintos. Pablo Iglesias no da la mano a Pedro Sánchez, Albert Rivera se niega a hablar con Pedro Sánchez, Pablo Casado ignora a Pablo Iglesia. Mientras Pablos y Pedros se enredan, Santiago Abascal sonríe y sigue metiendo goles en un montón de autonomías. Un sueño de fiebre increíble hace años que hoy es una realidad sin vuelta atrás. Pactos. ¿Qué pactos? En las autonomías nada es lo que parece. En el secreto del verano todos son amigos, olvidan viejas rencillas y se unen. Después pasan página sin hacer mucho ruido y, a esperar el otoño.

Nunca pasa nada. Las mujeres del sur se abanican sudorosas, la sequía va a dejar los árboles sin fruto, bosques que arden y ríos que buscan desesperados el mar para dejar sus lechos secos y yermos. Las manadas ya no son una sino muchas, y han convertido la palabra manada en una casualidad, no casual, de fiestas patronales. Los guiris siguen emborrachándose en Mallorca. El país se ha puesto una sombrilla grande para descansar al sol con tapones en los oídos para disfrutar con calma de sus vacaciones. Nada es lo que parece y, si ocurre, como está cubierto a la sombra, se difumina. Nos queda mucho camino hasta fin de año.

Estoy leyendo un libro que aventura la posibilidad que el poeta asesinado García Lorca esté enterrado en el Valle de los Caídos. La verdad es que llevamos unas semanas sin conocer nuevas batallitas de los Franco. Quizás esta rocambolesca noticia avive la actualidad del tema. Este bulo o realidad no es nuevo. Parece que al poeta granadino lo enterraron y desenterraron para que nadie supiera donde se encontraba su cadáver. Lo cierto es que en este siglo XXI no se sabe dónde reposa el autor de Yerma.

Pocos mortales quieren terminar en la eternidad de la tierra dentro de un sepulcro de mármol o piedra, ya a nadie le preocupa dónde estarán sus seres queridos, muchos han quedado en el aire. Me gusta pensar que mis dos hermanos duermen bajo las aguas de la ría, allá al fondo donde el Abra abraza al mar.

Dentro de unos años peregrinar a cementerios, llevar flores el día de Todos los Santos y limpiar la tumba para que sea la más bonita del campo santo, será una anécdota extraña que los hijos de nuestros nietos considerarán culto necrófilo. En ese tiempo, dentro de muchos años, aún se seguirá cuestionando la legalidad de venerar a un matador de hombres, un torero sin traje de luces, pero con miles de cirios, que se llamaba Franco.

La historia se cuenta de tantas formas que los estudiosos del tema -esos que harán los libros de texto del futuro- tendrán que leer muchos periódicos de distintas tendencias para saber si José Antonio Primo de Rivera fue héroe o traidor, si el presidente Calvo Sotelo existió o fue un sueño intermedio, si Aznar fue un grande de España o un dictador como Franco. También se investigará si Esperanza Aguirre es digna de subir a los altares y Pablo Iglesias, nimbado por una larga melena de ángel, ocupará un lugar entre los dioses o los mendigos.

Dios es grande y los hombres, pequeños y no siempre su inteligencia puede tamizar tanta desidia descontrolada que quiere entrar con letras de oro en las páginas de la historia.

Doñana es un lugar de paso, agosto una anécdota del calendario y la Seguridad Social de Dolores un castigo, sin aparente arreglo, que viven miles de trabajadores anónimos. Pero, nunca pasa nada.