EL diccionario de la Academia de la Lengua Española dice que “charnego” o “charnega” es un término despectivo: “En Cataluña, inmigrante de otra región española de habla no catalana”. En estos tiempos se ha vuelto a escribir mucho sobre este asunto. En marzo del año pasado, David Ruiz Marull publicó un más que recomendable artículo en La Vanguardia titulado “¿Qué es un charnego?” a partir de una frase de Gabriel Rufián: “Soy charnego e independentista”. He seguido y, muchas veces admirado, a algunos charnegos ilustres. Alfonso Carlos Comín, Paco Candel y su imprescindible Los otros catalanes (por cierto, Josep María Cuenca publicó, también en La Vanguardia “¿Qué diría Paco Candel del Procès”?), Manuel Vázquez Montalbán? Nada que ver con Rufián.

Cuando en las elecciones generales de 1982 los socialistas igualaron en escaños (que no en votos) al PNV, Mario Onaindia, a la sazón secretario general de Euskadiko Ezkerra (faltaban años para que esta organización fuese absorbida por el PSOE), se refirió a este hecho como “la rebelión de los maketos”, remotamente inspirado (el título) en la rebelión de los cipayos acontecida en la India en 1857.

Se ha hablado durante mucho tiempo de los niveles de integración de la comunidad inmigrante en Cataluña. Quizá hoy habría que cuestionarse hasta qué punto esa integración es así. No hay que olvidar que a las primeras elecciones autonómicas catalanas tras la aprobación del Estatuto de Sau, se presentó el Partido Andaluz, que obtuvo 71.841 votos y dos escaños. De estos votos, 63.442 los había obtenido en la provincia de Barcelona en un territorio al que los antinacionalistas llaman “Tabarnia”. La cara visible de la representación andaluza era el profesor cordobés Francisco Hidalgo Gómez y llegó a constituirse en grupo parlamentario. El Partido Andaluz, por cierto, se oponía en su programa a la catalanización de los inmigrantes.

En 1980, estaba muy presente la existencia de dos comunidades, la indígena y la inmigrante, que vivían juntas pero no revueltas. Sin embargo, a partir de 1982, parece que el voto “charnego” y de izquierda -el PSUC, por ejemplo, pasó de 25 a 6 parlamentarios- se concentra en el PSC-PSOE (partido nacido de la fusión de pequeñas organizaciones socialistas catalanistas y el PSOE). Durante mucho tiempo, por otro lado, los resultados electorales en Cataluña seguían una especie de guion: las generales eran para el PSC-PSOE y las autonómicas para CiU.

Pero, de pronto, se encadenan una serie de acontecimientos que hacen saltar todos los equilibrios por los aires. Jordi Pujol dejaba su cargo de presidente de la Generalitat tras veintitrés años en el puesto. Le siguieron dos presidentes socialistas. Pascual Maragall y José Montilla (nacido en Izanájar, Córdoba) y, luego, dos nacionalistas: Artur Mas y Carles Puigdemont. Tras su salida, Pujol se ha visto envuelto en un escándalo de corrupción (en el que presuntamente está implicada su familia) y que, en parte, está en el origen de la descomposición de la federación Convergencia i Unió. A esto hay que sumar la llegada al poder de los socialistas de PSC formando parte de un gobierno de coalición con Esquerra Republicana de Catalunya e Iniciativa por Catalunya, la suspensión del Estatuto de Autonomía de 2006 por parte del Tribunal Constitucional y, sobre todo, el estallido de la crisis económica.

La crisis económica afectó sobre todo a la comunidad “charnega” y no solo en lo que se refería al desempleo (que superó el 25% entre los jóvenes) sino, especialmente, en los servicios básicos: sanidad, educación, transporte? El president Mas, por ejemplo, inició el proceso para reducir en 850 millones de euros el gasto sanitario. Esto suponía reducir 2.000 camas y 7.500 empleos. Los recortes en Cataluña fueron en 2015 el doble que los de la media del Estado.

Cuando se inició el procés, la comunidad “charnega” (con o sin razón) lo identificaba con aquellos que no habían sabido manejar la crisis o habían casi desmantelado la sanidad catalana (es decir, los independentistas, según ellos). A estos, además, se sumaron damnificados por el pujolismo, retoños del franquismo catalán? Necesitaban un líder y un discurso y encontraron ambos en Ciutadans y en Inés Arrimadas, una joven brillante llegada a Catalunya en 2006. Se reproduce el proceso descrito por Daniel Guerin (Fascismo y Gran Capital) para la Francia de la posguerra mundial (primera guerra) y la crisis económica. Era la “solidaridad de las trincheras” encolada con mensajes sencillos: el enemigo interior (o exterior): los nacionalistas vascos y catalanes, el Cupo? antes, los judíos, los comunistas, la plutocracia... y mensajes sencillos: la “unidad de destino en lo universal” joseantoniana (falangista). Es el mensaje de Ciudadanos. Se parece mucho a aquel de “Antes Hitler que Blum” de aquella Francia posterior a la Gran Guerra.

El futuro catalán (y español) de C’s está en mantener cohesionados a quienes se sienten damnificados (lo sean o no) por el independentismo, el Cupo? y, para ello, es imprescindible mantener ese clima de “guerra civil intelectual” que padeció la Francia de 1930.