Y tanto que extraordinaria la victoria del Athletic ante el Sevilla
La victoria en el Sánchez Pizjuán fue justamente calificada como “extraordinaria” por Ernesto Valverde. Las razones que esgrimió fueron los resultados previos en liga (derrota en el Metropolitano y empate en casa con el Mallorca), que obligaban a puntuar para mantener distancias con los perseguidores en la tabla (Villarreal y Betis) y haber disputado compromiso europeo pocos días atrás, una situación que a lo largo de la temporada se ha dejado sentir.
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La derrota y los siete empates que han seguido a citas de la Europa League no son una casualidad. Aunque, si se analiza con perspectiva, con un mínimo de rigor, estos resultados, sumados a los dos triunfos en idéntica circunstancia (a costa de Rayo y, ahora, Sevilla), arrojan un balance muy aceptable. Al fin y al cabo, el Athletic no es un equipo habituado a semejante trajín. Llevaba mucho tiempo sin someterse a una exigencia que normalmente suele pasar factura y, además, la mayor parte de su plantilla no se ha visto en otra igual.
Por tanto, reconociendo el mérito que entraña competir en todas esas semanas condicionadas por los jueves, resulta evidente que dicha dinámica ha supuesto una rebaja en la productividad del equipo en el torneo de la regularidad. Y así todo, ello no le ha impedido conservar con holgura la cuarta posición y solo lleva un punto menos que en la campaña precedente a estas alturas del calendario.
Lo de “extraordinaria” podría aplicarse asimismo al repasar la alineación que puso en liza Valverde. De entrada, realizó ocho cambios respecto a la empleada contra la Roma en San Mamés, un número más elevado que en otras ocasiones. La elección venía parcialmente mediatizada por las bajas forzosas de los lesionados Vivian, Paredes y Sancet, tres hombres muy del gusto del técnico. Que en la capital andaluza no participarían De Marcos y Yuri era algo cantado, pues para ambos veteranos rige una rutina de dosificación. A estas ausencias de inicio se añadió la del gran triunfador frente a los italianos, un Nico Williams que entró a falta de media hora para el final. Al igual que Galarreta y Jauregizar, a los que cabría agregar Maroan, que apenas tuvo veinte minutos por idéntico motivo, la conveniencia de no forzar más al personal.
Total, que el Athletic presentó un once que guardaba muy poco parecido con la mayoría de los utilizados a lo largo del curso. De hecho, en defensa coincidieron quienes menos minutos acumulan, siendo especialmente llamativa la estadística de Nuñez y Lekue, incomparable a las de Gorosabel y Yeray. De estos últimos puede decirse que desde agosto han disfrutado de una continuidad sostenida, asoman con frecuencia en la pizarra y, por lo tanto, están integrados, con ritmo y confianza. Una observación que no es extensible a Nuñez y Lekue. Tampoco a Vesga, quien actuó al lado de Prados, una pieza que a pesar de, por ejemplo, llevar tantos minutos como Galarreta, ha perdido protagonismo respecto al año anterior.
Y arriba, junto al incombustible Iñaki Williams y ese falso suplente llamado Berenguer, formaron Unai y Guruzeta. El media punta ha vuelto a aparecer con frecuencia tras un tiempo en el banquillo. Aunque fue titular contra la Roma, fue relevado en el descanso, y Valverde le necesitaba para que se vaciase en la presión sobre la defensa andaluza, una tarea que compartió con Guruzeta, quien ha visto cómo ha menguado su protagonismo desde febrero, mes en que Maroan aterrizó en el grupo. No pararon quietos ni un instante, en una misión ingrata y clave para incomodar al Sevilla y permitir que el Athletic pudiese defender muy lejos de su área. Cumplieron con creces el cometido asignado, pero dispusieron de balones contados para asociarse.
Sí, estos tres puntos se antojan básicos para la suerte del equipo en la liga, pero sobre todo dejan en muy buen lugar a una serie de futbolistas que en el actual contexto, con todo lo que hay en juego, y no siendo muchos de ellos fijos en la pizarra, ni mucho menos, fueron capaces de cargar con la responsabilidad de conquistar el Pizjuán, destino tradicionalmente complicado.