Salvo por la ausencia de la comparecencia de una voz autorizada del vestuario, tarea que solía recaer en el entrenador o el capitán, la pretemporada del Athletic discurre rutinaria. La primera sesión abierta a los aficionados, seguida de una ración doble para ir elevando la intensidad del trabajo y, también ayer, la intervención del responsable de los servicios médicos. La rueda de prensa a cargo de Josean Lekue es otro clásico del verano en Lezama. Un acto informativo y muy didáctico, con un guión denso que el doctor trata de hacer asequible para todo el mundo y que versa esencialmente sobre las secuelas físicas del curso anterior. Esta vez, no fue para menos, pues Lekue manejaba material para explayarse a gusto.

No faltó un espacio para la sorpresa, a cuenta de unas molestias “crónicas” de rodilla que padecería Iñaki Williams, que no impidieron que el hombre de goma mantuviese su extraordinario nivel de participación. No obstante, la atención principal se centró en la gente que terminó tocada o necesitó entrar en el quirófano: Yeray Álvarez, Yuri Berchiche e Imanol García de Albéniz, quien prácticamente no habría disfrutado de vacaciones. Explicó Lekue que eran situaciones controladas, rehabilitaciones avanzadas que acarrearán un ligero retraso en la preparación. Nada que vaya a impedir su presencia en el inicio de la competición.

Hubo varios turnos que versaron sobre la problemática de Ander Herrera, quien acumuló una serie de bajas, media docena en concreto, hasta sumar cuatro meses de indisponibilidad. El cambio de registro, tanto en la forma de entrenar como de jugar, que supuso el salto del PSG al Athletic habría incidido en su estado físico. De ahí que asegurase que la experiencia vivida en Bilbao en los meses previos sería un primer paso para intentar que en el futuro el tema no se repita. Habló de “reto profesional” de cara a lo venidero, del servicio médico y del propio jugador, tras indicar que sigue recibiendo cuidados específicos a fin de paliar o cortar una realidad preocupante. Realidad que a Lekue no le genera “temor” y que en el pasado solo le sorprendió “relativamente”. Interpretar el significado de este último término no resulta sencillo; si bien no hay duda de que, tal cual se ha desarrollado, el proceso se sale de lo normal.

El carácter didáctico a que se aludía al comienzo para catalogar las intervenciones de Lekue incluyó dos o tres reflexiones que merecen ser atendidas. Acaso la más interesante fuese la mención de un axioma (proposición tan evidente que se admite sin demostración) que preside la práctica de la medicina: “no hay enfermedades, sino enfermos”. Es decir, cada individuo es una historia particular, aunque comparta síntomas con otros individuos. Equivale a afirmar que esta ciencia no funciona como las matemáticas. Dos y dos no siempre son cuatro: el desigual impacto de las lesiones o de la exigencia física depende claramente del protagonista en cuestión.

Tuvo su gracia que recordase una idea que ya ha expresado antes: lo que más cansa al deportista es la derrota y lo que menos, la victoria. Los resultados positivos minimizan el esfuerzo y el desgaste. Antes, dijo Lekue que aún no se han editado estudios en torno a los efectos que pudo tener la celebración del Mundial en mitad del calendario doméstico. No obstante, mencionó de pasada ser consciente de que a partir de enero los indicativos del rendimiento del Athletic empeoraron en comparación a los habidos en los meses que antecedieron al evento catarí.

Pues sí, pese a algún pico alto en el comportamiento, en general la inercia fue descendente según iba aproximándose la conclusión de la temporada. Esta realidad pondría en tela de juicio la capacidad del grupo para asimilar con garantías competitivas el período que engloba la disputa de la liga y la Copa. La opción de que el Athletic intervenga en un tercer frente, la Conference League, abriría por tanto una incógnita razonable sobre su adaptación a un escenario con ocho o diez partidos más en la agenda.