ESTOS días tiene lugar en el Instituto de Estrategia y Competitividad de la Universidad de Harvard el seminario anual de su Red M.O.C. (Microeconomía para la competitividad) creada y presidida por el profesor Michael E. Porter hace ahora 20 años y 30 desde los procesos e iniciativas previas que le dieron origen.

Porter, uno de los profesores y expertos más influyentes en el mundo de la estrategia empresarial, regional y de naciones según valoración de los propios líderes a lo largo del mundo, ha contribuido con ideas, movimientos y herramientas únicas que nos han impactado positivamente y guiado a través del tiempo. Su claridad expositiva y conceptual sobre la estrategia (proposición única de valor y diferenciación), su aportación al uso extendido de la Cadena de Valor imprescindible en cualquier modelo empresarial, su marco de las 5 fuerzas para entender, diferenciar y navegar en las diferentes industrias, la clusterización de la actividad económica destacando la eficiencia y visión alternativa enriqueciendo el reduccionismo de los sectores clásicos para fortalecer los binomios economía-región, base de los, hoy ya en boga, ecosistemas que facilitan la convergencia colaborativa entre empresas, gobiernos, centros investigadores y tecnologías, academia, agentes intermedios y todo tipo de actores que explican la competitividad y bienestar en las diferentes comunidades y áreas de influencia no solamente están vigentes sino que alumbran, más que nunca, en estos momentos tan necesitados de referencias y mapas para navegar la incertidumbre y propiciar las necesarias transformaciones socio-económicas que el mundo demanda. A la vez, su Ventaja Competitiva de las Naciones, base y soporte conceptual de la innovadora estrategia regional y nacional que viene generando todo tipo de aplicaciones estratégicas exitosas, a lo largo del mundo, se convierte en un referente indispensable para abordar nuevos rumbos, inevitablemente colaborativos, con vocación de unicidad diferencial. Todo un marco de referencia que se ha visto fortalecido por la hoy efervescente difusión e interés en la fortaleza transformadora bajo su liderazgo pionero, junto con Mark Kramer, de la Shared Value Initiative (Valor compartido empresa-sociedad) anticipando toda esta renovada redefinición del capitalismo, de la economía social de mercado, de la neo social democracia, o progresía empresarial-institucional o, del mundo de ESG (Medio ambiente, Gobernanza, Sociedad) como objetivos conjuntos e inseparables para evaluar (y concebir) las propuestas y resultados de las empresas y economías del hoy y, sobre todo, del mañana. Iniciativa que le llevó a proponer (junto con Michael Green) el primer Índice de Progreso Social transformando los índices económicos que nos han venido clasificando a lo largo del tiempo y su propia escuela del famoso Índice de Competitividad de los Estados, considerada como una especie de biblia de referencia y ranking mundial hasta entonces.

En toda esta larga y frutífera trayectoria, Porter, ha vivido una extraordinaria “obsesión o misión personal y profesional” bajo la apuesta de “formar formadores generadores de impacto social”. Su misión le llevó a trascender de su cátedra al impulso de este su Instituto (ISC-Harvard) y el diseño de un modelo y programa ad hoc, el M.O.C. (Microeconomía de la Competitividad), que hoy se imparte en 130 Universidades, 68 países con una red de 550 profesores, investigadores y agentes activos para la transformación generadora de impacto en sus respectivas Comunidades. Conceptos y modelo claves para la competitividad bien entendida, el crecimiento, bienestar y desarrollo inclusivos, adaptables con carácter diferencial a lo largo del mundo, bajo un lenguaje compartido.

En esta cita anual, cual reencuentro en esta especie de micro Meca del conocimiento, como nutrido y enriquecedor encuentro colaborativo, de puesta en común, con el propósito de su permanente adecuación (y anticipo) al mundo por venir, ha destacado, entre otros temas clave, la relevancia que en el mundo recuperan las políticas industriales, su incidencia diferenciada en aquellas regiones en las que se han llevado a cabo y la importancia urgente de aquellos que o bien la han abandonado, o han fracasado en sus aplicaciones, o han carecido de un tejido manufacturero, y de su cultura y políticas asociadas.

Euskadi forma parte relevante de esta Red. Pionera en la aplicación de conceptos y modelos, primera región en la que las ideas (entonces aún o publicado su libro maestro de la Ventaja Competitiva de las Naciones) del profesor Porter permitieron reenfocar unas políticas industriales, económicas y de país, relanzando, reestructurando, reinventando nuestras competencias y capacidades. Hoy, afortunadamente, vivimos un entorno industrial avanzado y la cultura y políticas ad hoc cuentan con las Instituciones base para su potenciación y desarrollo.

En Euskadi, hemos recorrido nuestro particular “viaje hacia la competitividad y el bienestar inclusivo”. Viaje exitoso a la vez que inacabado (por definición). Transitamos desde una economía de declive hacia una reorientación estratégica volcada en la internacionalización y modernización de la economía y descubrimos la importancia de reinventar sectores ampliando su interrelación entre diferentes industrias, enriqueciendo tanto su conectividad con la mucho más tarde llamada servitización, para fortalecer nuestra base y cultura manufacturera, hoy signo diferencial en el mundo. Supimos entender y hacer nuestra la clusterización de la economía y su efecto potenciador de una bien entendida coopetencia público-privada. Apostamos, como soporte esencial por el carácter inseparable de las políticas económicas y sociales ofreciendo resultados a la vez en beneficio de la sociedad. Llamamos a la competitividad con el atributo adicional de “en solidaridad” como símbolo inequívoco del compromiso y objetivo que se buscaba y abanderamos el movimiento de co-creación de valor empresa-sociedad, poniendo el foco de los modelos de negocio empresariales en la solución a las demandas sociales. En este recorrido, hemos hecho de la innovación, la internacionalización, así como de la tecnología, las fuentes transversales de nuestras fortalezas (a la vez que condicionantes) y hemos avanzado la reconfiguración de cadenas extendidas de valor. Nuestra apuesta ha hecho de la estrategia, visión y proyectos largo placistas el horizonte clarificador del trabajo e iniciativas por emprender, y, como no podía ser de otra forma, lo hemos acompañado de formación, educación, experta y exigente para el mejor, conocimiento, evaluación, contraste y especialización exigentes. En nuestro caso, como en el de otros muchos paises y actores a lo largo del mundo, en Euskadi, el esfuerzo, constancia y trabajo de miles de protagonistas (mayoritariamente anónimos) ha dado sus frutos y permite contar con pilares sólidos para abordar los desafíos que habremos de acometer a futuro.

Hoy, aquí, compartimos las nuevas propuestas de política nacional en países con modelos y apuestas distintas. Así, la del Reino Unido post-Brexit, tratando de partir de la nueva realidad hacia un espacio de oportunidad que ponga el foco central de su estrategia económica y de desarrollo regional, con una acelerada clusterización innovadora y emprendedora hacia un nuevo rol protagonista en el entorno internacional, con un mayor protagonismo de las diferentes regiones y naciones en vías de recomposición en el nuevo UK por redefinir, alejado de una regulación que han considerado excesiva y centralizadora tanto de la UE-Bruselas como de Londres. O el mismísimo Estados Unidos que con el gobierno Biden propicia una agresiva política industrial, desde un protagonismo clave del Gobierno, dotando ingentes presupuestos públicos, políticas selectivas, y nuevas reglas de clara intervención y dirección sobre los espacios que consideran clave para acometer el futuro, afrontando las debilidades de las cadenas de suministro y valor, la tecnología-capacidades laborales, la productividad y retribución de los trabajadores “no supervisores”, el espacio de prosperidad en el ámbito rural y local, bajo una serie de condiciones que obligue a la complicidad colaborativa público-privada.

Todo un movimiento proindustrial que pone el foco en una competitividad de prosperidad, crecimiento, inclusión y desarrollo social y valor y beneficio compartido entre los diferentes actores del sistema. Modelos no fragmentados, estratégicos y de largo plazo, generando nuevos instrumentos e instituciones facilitadoras que trasciendan de legislaturas concretas, favoreciendo aquellas iniciativas alineadas en la convergencia y coherencia estratégica del país, la región, las empresas, condicionadas a la generación de bienes públicos, y a compromisos con terceros (por ejemplo, apoyando a proveedores y pymes implicados en el resultado final obtenible).

Un mundo en cambio, a la búsqueda de agentes transformadores, políticas y procesos multiobjetivo tras la prosperidad compartida. Aprovechemos la solidez de una estupenda base de partida alineada con los nuevos tiempos. l