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Asier Diez Mon

Impuesto al franquismo

Pregunta pertinente: ¿Qué trascendencia hubiese tenido la manifestación del pasado domingo en Gasteiz de la falange sin el estímulo belicista de los que acudieron a ponerse en frente a desatar una batalla campal a la más mínima provocación? La Ertzaintza va a expedientar al jefe de la falange por las banderas preconstitucionales y los palos que llevaban sus huestes para liarla parda. Y la duda que surge de inmediato es por qué las costuras políticas del Estado son tan débiles que permiten a una cuadrilla de energúmenos cantar el Cara al sol con el brazo en alto y la camisa azul a plena luz del día con un jefe identificado. Y después está la estrategia fina de soltar al ejército extremista local a defender cada centímetro de suelo patrio ante la provocación. Llama la atención en Euskadi la facilidad con la que algunos arrojan debates al laberinto de la irresolución. Se diría que interesa más mantener vivas polémicas arcaicas que avanzar y dejar atrás el ruido. Si estuviera en mi mano, obligaría a depositar una fianza a cualquier sospechoso de montarla cuando convoca un acto en la calle. Tal vez sea inconstitucional, pero desde luego es mucho más de lo que ellos, los cavernícolas del franquismo, daban cuando oscurecieron durante cuatro décadas la democracia que ahora exprimen para mantener viva sus llama. En el caso de que haya incidentes durante la movilización ultra la fianza cubre desperfectos, y sino este impuesto al franquismo se destina a la acogida de inmigrantes. Se acaba la fiesta en dos días.