Consciente de que algunos asuntos afectan al sistema nervioso, centro la atención en la visión periférica con la finalidad de difuminar lo importante y centrarme en lo secundario, en lo irrelevante, en aquello a lo que no damos importancia con el fin de relajarme. No hay manera. Diez minutos después estoy de vuelta. Lo urgente puede con lo importante y me encuentro reflexionando sobre la ¿última? barbaridad lanzada por Abascal sobre el Open Arms. Hundirlo, dice. Discurso de odio de libro capaz de generar violencia. Hundir un barco que se dedica a salvar vidas. No hay filtro en el desbarre. Lo preocupante es que no se trata de un discurso ‘en caliente’. Es una provocación en toda regla que sigue una hoja de ruta escrita en piedra, a la que hay que confrontar. La denuncia es necesaria siempre. No puede dejarse que vayan calando en la sociedad mensajes de esta calaña destinados a romper los ya de por sí escasos consensos de los que nos hemos dotado. La ultraderecha sabe lo que hace. Están perfectamente organizados y trabajan para crear el caldo de cultivo que necesitan para su estrategia de asalto al poder. No por casualidad, la idea-tipo de ‘hundir el barco’ se lanza en plena polémica sobre la puesta en marcha del sistema de reparto de menores inmigrantes entre las diferentes autonomías. La postura del PP queda así muy condicionada. Y ello con comunidades del PP pidiendo ayuda por la emergencia.