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Hasta que todo arda

"A Marijaia se le deben salir los ojos de sus cuencas entre tanto sobresalto y modas festivas"

Hasta que todo ardaEfe

Mi incursión en Aste Nagusia no alcanzó las tres horas si resto los 90 minutos teatrales, actividad que uno practica todo el año sin necesidad de esperar a Marijaia, a quien los ojos se le deben salir de sus cuencas entre tanto sobresalto y modas festivas que a uno le han apartado del carril por donde circula estos días el rebaño. Descuento también los fuegos, que uno tiene terraza desde donde avistarlos sin ademán de pisar ese asfalto donde, para el sábado noche, ya podía chapotear entre orines y litros de alcohol, el alpiste que se ha convertido en eje del divertimento. Sin katxi no hay paraíso, podría lucir el eslogan a orillas del Nervión, donde acaba el resto de lo miccionado.

También sin cachos... De salchichas, arepas o sucedáneos de carnes que se venden ilegalmente con nocturnidad, premeditación y alevosía en los morros de los agentes custodios, que deben tener orden de no entrar en acción para que no se monte una marimorena mayor. Ni es razón suficiente –ya se lía en otros puntos del recinto por otros motivos– ni me sirve la idiosincracia cultural en los lugares de origen de los dueños de tenderetes y braseros a pie de calle. Tampoco la respuesta consistorial de que existen “porque se compra”.

Venda en los ojos

De tanta venda en los ojos y buscar el malmenorismo, pasará como con los incendios. Que llegará septiembre y nos olvidaremos de ellos. Hasta que todo arda y nos arrepintamos. Como Marijaia.