El lunes, en cinco segundos desapareció el 60% de la generación eléctrica. Pero ¿no habíamos quedado en que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma? Pero tratándose de Sánchez también consiguió que se esfumara. Si es que lo que el presidente ha logrado en siete años no lo consigue nadie, una nevada filoménica, la erupción de un volcán, una pandemia, una dana, el impacto brutal de dos guerras, un apagón histórico... Y ahora, el apocalipsis. Unas horas sin luz que nos devolvieron de golpe a la era analógica. Es increíble la fragilidad del sistema que hemos montado. No hacen falta guerras ni bombas. Sin energía eléctrica es el caos. A estas alturas no se sabe si el colapso de órdago la grande ha sido cortesía de Putin o quizá, nos expliquen que un becario pulsó el interruptor equivocado. O que dejaron solo a Homer Simpson y le dió al botón rojo con el codo al comerse el bocata de panceta. Me parece que esto lo debería investigar el juez Peinado. Si rasca un poco, seguro que hay alguna conexión entre Begoña Gómez y el apagón ibérico. Aunque yo ya estoy tranquila porque el próximo día, Iker Jiménez va a llevar al programa a su cuñado, que era electricista, para explicar qué ha pasado. Y de paso, se encargará de traer en la nave del misterio la única plaga que le falta a Sánchez, una invasión zombie. clago@deia.eus
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