Su se analiza la actividad cada vez más frenética que vive esta sociedad de la inmediatez, el scroll vertiginoso y la precipitación por llegar a la hora se darán cuenta de que parece que vivamos esta semana en un remanso de paz. Los días que transcurren tras las jornadas festivas religiosas precedentes, la denominada por estos lares como Semana de Pascua, siempre se ha considerado un periodo de tranquilidad. La ausencia de actividades educativas marcan la diferencia para que baje el nivel de trasiegos urbanos, que influyen en un tráfico por calles y carreteras sin atascos, ni retenciones. El personal que le ha tocado trabajar durante la Semana Santa aprovecha este periodo para resarcirse y disfrutar del asueto en compañía de la familia. Y aunque hay muchos turistas que nos visitan, también son multitud los locales que se desplazan fuera de Bilbao y Bizkaia, con lo que las calles parecen más anchas y los negocios hosteleros menos llenos. Eso los que están abiertos, porque son legión los que también aprovechan para cerrar. A ello se suma una actividad al tran-tran en cantidad de empresas y servicios, mientras que las instituciones locales se aletargan y levantan la persiana solo lo necesario para que la ciudad y el territorio funcionen. Tampoco los transportes públicos ofertan las frecuencias habituales y es más relajado viajar. Si no me creen comparen estos días con los que lleguen a partir del lunes próximo.