Hace no tantos años comenzó a utilizarse en las conversaciones la palabra gentrificación. Era un vocablo nuevo que además sonaba raro. Al principio había que explicar su significado y al menos en Bilbao resultaba todavía una situación impensable, al menos a corto plazo. Todavía estábamos a años luz de ciudades como Barcelona donde el desplazamiento de la población humilde, original de zonas como Las Ramblas, por otra de mayor poder adquisitivo había supuesto la subida del nivel de vida y el nivel de los alquileres había expulsado a los antiguos habitantes. Todos o casi todos y todas hemos hecho turismo alguna vez por lo que no teniendo el problema, la empatía era algo natural. Pero, los años han pasado, y sobretodo después de la pandemia, la sociedad se ha hecho más viajera y así han crecido como champiñones los alojamientos para atender esa demanda creciente de turistas. Lo hemos visto en ciudades más cercanas que Barcelona como Donostia donde la Parte Vieja se ha convertido en territorio conquistado muy a pesar del llamamientos de hosteleros e incluso instituciones. Bilbao todavía no está en ese punto, pero es bueno no esperar a que ocurra para después recuperar lo perdido. “Está llegando el momento de limitar” el desarrollo de las viviendas turísticas en Bilbao, dijo ayer el alcalde Juan Mari Aburto. Hoy se conocerá la manera en la actuará el Ayuntamiento. Mejor prevenir que lamentar.
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