La culpa la tienen Los Pecos, que han anunciado su vuelta a los escenarios a bocajarro, sin anestesia epidural, ni periodo de adaptación ni Cristo que lo valga. Y por si fuera poco, con un concierto programado en Bilbao. Eso es provocar y lo demás son tonterías. Fue ver la noticia y darme una bajona que ni la declaración de la renta, las ortodoncias y la derrama de la escalera juntas. El motivo de tanto desasosiego es que han dicho que regresan para conmemorar los 45 años de su debut y se han quedado tan panchos. ¡¿45 años?! ¿En serio?

Así no hay manera de que una se quede anclada en la eterna juventud. Como si no hubiera sufrido suficiente shock con enterarme de que Estefanía de Mónaco ha sido abuela ¡por segunda vez! Juraría que era una cría hace nada. Hagan números, pero entre una cosa y otra me acabo de dar cuenta de que estoy muchísimo más lejos de la gazte txartela que de la barik para jubilados. Así, de golpe y porrazo.

Para más inri, me ha dado por buscar alguna canción de los susodichos en YouTube –no me pregunten por qué me fustigo, será esa condición humana de meter las narices donde no nos llaman– y, como no podía ser de otra manera, he obtenido mi merecido. “Háblame de ti, de tu ansiedad...”, entonaban al unísono. Recochineo puro y duro. Luego ya se ha desencadenado en mí un efecto mariposa, me he visualizado con unas hombreras de los 80 y me ha dado un vahído. Demasiado para el body.

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