Hay cuestiones tan delicadas que la controversia empieza en lo más básico, en el lenguaje, en cómo se enuncia y adjetiva la materia. Ocurre con merecido respeto con personas con capacidades diferentes o con la actual pugna semántica en Euskadi: nuevo estatus o estatuto [renovado, adaptado...]. No sería de extrañar que en el asunto de las bajas laborales un día de estos alguien cuestione la utilización del sustantivo por el carácter peyorativo de la palabra cuando se utiliza como adjetivo y terminen discutiendo sobre las suspensiones temporales de empleo por enfermedad para sortear la ofensa de la palabra baja. Ahí tendrían en contra a toda la prensa, que ya tiene bastante con meter en la caja del título unos cuantos términos afilados por el buenrollismo gramatical. Lo cierto es que el asunto tiene muchas aristas. Se queja la patronal vasca de que Euskadi es el líder del Estado en absentismo laboral. Los sindicatos responden que el motivo son las largas jornadas de trabajo y las condiciones en las que se desarrollan. Y en medio la ministra de Seguridad Social plantea flexibilizar las bajas, algo así como un yoga de la norma laboral, de modo que el empleado pueda trabajar de manera parcial. A la espera de mayor concreción, sospecho que la propuesta tendrá poco recorrido y, en caso de aprobarse, escasa aplicación. La solución está en cada centro de trabajo y en las buenas relaciones entre empleado y empresario. O sea en la flexibilidad de cada uno.
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