La voracidad de las grandes multinacionales no tiene precio. ¡Uy! Perdón, sí que tiene. Hay que cobrar por todo, incluso por aquello que era un servicio gratuito si también se puede sacar tajada. Me refiero al euro que están cobrando las gasolineras por utilizar los compresores de aire para inflar los neumáticos. Es inaudito que las petroleras que salpican los arcenes de carreteras y autovías hayan decidido gravar la provisión de aire. Puedo entenderlo quizás en las firmas pequeñas como las low cost que se han multiplicado como champiñones en la última década. Al fin y al cabo, ofrecen combustible más barato y se tienen que buscar las alubias. Pero las estaciones de servicio que tienen detrás emporios petroleros no tienen derecho moral a cobrar por el aire de las ruedas. Lo hacen, pero es indignante. Sobre todo teniendo en cuenta la caja que cada día hacen estos establecimientos. Además de ofertar gasolina o gasoil al precio más elevado del mercado, venden de todo en las estanterías por las que tienes que pasar para llegar a abonar el combustible. Y a qué precios. Eso lo puede entender. Ley de la oferta y al demanda y cada uno a su cartera la trata como quiere y puede. Pero ¿qué competencia existe en seguir aportando aire gratis? ¿Cuántos miles de millones de euros supone en la cuenta de resultados final el coste de los infladores? Un poco de por favor. Si antes era una deferencia con el cliente, que continúe. Si no, van a perder a unos cuantos; a mí entre ellos.
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