Al macho ibérico de Abascal le deben estar dando retortijones. Después de que hace una semana dijera en su congreso que las divisiones en Vox eran bulos de los medios de comunicación, acaba de expulsar a los cinco diputados de su partido en Baleares después de que estos echaran a otros dos. A puñetazo limpio. El goteo de salidas es apabullante. Macarena Olona abandonó tras las elecciones andaluzas. En agosto se fue Espinosa de los Monteros. Recientemente, acaba de salir el número dos de Rocío Monasterio en la Asamblea de Madrid. Pero este Geyperman de bolsillo, prietas las filas. El caudillo tiene cargo vitalicio. A Vox no ha llegado la democracia. Ni se le espera. Porque Abascal se lleva el trozo más grande del pastel y los demás se pelean por las migajas. Un charlatán vago e inútil cuyo cinismo es directamente proporcional al dinero público que parasita. Un tipo consecuente que quiere cargarse los chiringuitos a pesar de ocupar uno durante años. Un firme defensor del ejército que se escaqueó de la mili. Que aspira a eliminar las subvenciones a los partidos y arrampla con todas. Un patriota amante de la familia tradicional, divorciado y casado con una influencer. Y que sigue el mismo camino que las purgas de los rojos, con los mismos secretismos, disputas internas, y rencillas. Porque estos cristianos de Santi se quieren como hermanos... Como los Dalton, a escopetazos.