Ni se le ocurra. Vamos, que ni lo piense. No vaya a tener una idea, sobre todo cierto tipo de idea. Así que lo de discurrir lo va a ir limitando a su significado de dejar pasar el tiempo o de moverse hacia algún sitio. Nada de razonar. Mucho menos si además tiene razón. No vaya a ser... Porque pensar, lo que se dice pensar, o sea, la capacidad principal que distingue al ser humano, el más animal de los animales, del resto de especies, es delito. Lo es incluso en modo potencial, es decir, hasta en la posibilidad de que ocurriese. ¿Que no? ¿Está usted pensando? ¡Terrorista! Que es usted un terrorista. No lo digo yo, lo dice todo un señor juez, aunque ambas cosas, señor y lo que le sigue, tampoco pasan de ser otra posibilidad. Y se antoja remota. Manuel García Castellón, titular del Juzgado Central de Instrucción número 6, Audiencia Nacional, publicó el viernes un auto -aunque también podría ser un camión o cualquier otro artefacto- en el que dice que una conversación “permite inferir que Tsunami podría tener en mente realizar alguna actuación en relación con la visita del Rey”, lo que le llevaría a fundamentar una acusación por terrorismo. O sea, que si cabe la posibilidad de que usted o yo tengamos una idea en mente, lo que en mi caso ya implica serias dudas, y al ínclito se le ocurre inferir (sí, a él se le permite que se le ocurra), usted y yo estamos eso que empieza por jota. Juzgados, digo. ¡Osti! Ahora que lo pienso...
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