EL año está a punto de terminar y nos deja algunas perlas difíciles de olvidar a nivel cultural. Tras la pandemia, los sectores se han ido recuperando con bastante rapidez, los museos están batiendo récords de visitas y 2023 ha sido excelente en cuanto a proyectos, rodajes, estrenos y recaudaciones de las producciones cinematográficas. Pero también hay un elemento que se ha colado y que debería ponernos los pelos de punta. La censura, más propia de otros tiempos que nos gustaría olvidar, ha vuelto a aparecer en el panorama político, social y cultural. A lo largo del año, algunas compañías de teatro han denunciado que han sufrido un “veto ideológico” por parte de los respectivos ayuntamientos gobernados por PP y Vox. Hace tan solo unos días, el grupo municipal de Santiago Abascal en Huesca forzaba también la desaparición del festival de vanguardias Periferias a cambio del voto de sus dos concejales, imprescindibles para que el PP aprobara los presupuestos. La razón esgrimida fue que el certamen, que se celebraba desde 2000, era un refugio de culturetas progres y rojos. Casos como este nos han devuelto este año a épocas que creíamos superadas. Cada año la FundéuRAE elige la palabra más destacada. En 2022 fueron dos, Inteligencia Artificial. No sé cuál será la de este año pero, por desgracia, la censura ha irrumpido en nuestro vocabulario con fuerza y tiene visos de quedarse con nosotros una buena temporada. l

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