Ni la dictadura franquista ni la pandemia del covid consiguieron evitar que se celebrara la cita más importante de la cultura vasca. La Azoka de Durango comenzó a andar en 1965 con el objetivo principal de dar a conocer la producción literaria y discográfica vasca. Todavía faltaban tres años para la creación del euskera batua, todo estaba por hacer y era difícil imaginar lo que después vendría. Gracias a esa apuesta pionera, el camino ha sido más sencillo para otros pioneros de la cultura vasca. Durango llega a su 58ª edición y se volverá a convertir hasta este domingo en el gran escaparate de las y los creadores vascos. Desde su inicio, la Plaza de la Cultura vasca se ha ido adaptando a los nuevos tiempos -este año tendrá un gran protagonismo la inteligencia artificial- pero manteniendo el mismo espíritu con el que nació como punto de encuentro de los sectores que trabajan en la cultura vasca. Durante estos días, podremos disfrutar de 265 actividades y 950 novedades, entre libros, discos y publicaciones. La creación vasca vive una etapa especialmente brillante y la Azoka de Durango es el reflejo de ese momento. Algunos autores y autoras en euskera se abren paso fuera de nuestras fronteras lingüísticas, pero no todo está hecho, todavía queda mucho por hacer. Se necesitan ventanas y escaparates como la Feria de Durango.