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Mesa de Redacción

Maite Redondo

Veintiséis años después

YA prácticamente se nos ha olvidado pero en la capital vizcaina hubo una época en la que no existía el Guggenheim. Hoy hace 26 años que el museo abría sus puertas tras recibir numerosas críticas. Se dijo de todo: que iba a servir de almacén para el arte que no quería Nueva York, que era una concesión al imperialismo americano, el Hiroshima cultural... “Cuando se presentó el primer boceto del proyecto de Gehry, hubo una manifestación, la gente nos tiraba de todo, hasta huevos”, ha recordado en numerosas ocasiones el director general del museo, Juan Ignacio Vidarte. El Bilbao de finales de los ochenta y la década de los noventa era una ciudad desalentada, acosada por la reconversión industrial, la conflictividad social y con una tasa de paro del 25%. En el terreno donde ahora se levanta el gigante de titanio se asentaba un aparcamiento de coches, pabellones ocupados por familias, había habitualmente ropa colgada... Veintiséis años más tarde, aquella zona casi marginal atrae a casi un millón de personas al año y ofrece exposiciones como la que recientemente acaba de clausurarse dedicada al universo creativo de la artista japonesa Yayoi Kusama, que proyectan la ciudad como referencia cultural en todo el mundo. La apuesta de Bilbao en los años noventa por el arte y la cultura como elementos tractores nos ha llevado a situarnos donde ahora estamos. Zorionak, Guggenheim.

mredondo@deia.eus