MIENTRAS que en Bilbao hay hosteleros que aseguran que el beneficio de trabajar en Aste Nagusia no compensa en proporción al esfuerzo que les supone, a los que sí les sale rentable meter horas extras es a los amigos de lo ajeno. A esos a los que la Policía ha bautizado como ladrones itinerantes que se hacen el tour robando en los recintos festivos aprovechando las aglomeraciones. No piensen que han cogido vacaciones porque ya han hecho el agosto. En su agenda de septiembre ya han incluido otros pueblos inmersos en sus fiestas en los que recalarán, no precisamente para bailar el Nochentera de Vicco. En Bilbao 1.365 hechos fueron denunciados en Aste Nagusia, de los cuales, el 73,4% correspondieron a hurtos de móviles y carteras. Pocos me parecen –no solo porque han sido casi dos millones los que se han acercado por la villa este año– sino porque, pese a que todos los veranos la Policía lanza advertencias para no ser víctimas de robos en la vía pública, seguimos cometiendo los mismos errores. Solo es necesario darse una vuelta por las fiestas para comprobar que hay quien se la juega colocando en el bolsillo trasero del pantalón su móvil de gama alta. Sea por descuido o por exceso de confianza se lo ponemos fácil. ¡No me habré paseado veces con el bolso abierto de par en par! Con fijarse en todos esos aliados, los cacos tienen parte del trabajo hecho. ¡Ninguno estamos libres de sufrir un robo, pero no se lo pongamos en bandeja, por Dios!