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Mesa de Redacción

Jose Uriarte

Agosto en lata

Agosto es el terrible salón de baile en el que Sidney Pollack dirigió a Jane Fonda y Michael Sarrazin hace más de medio siglo. Y la mayoría somos como aquellas parejas que en plena Gran Depresión se aferraban a una danza extenuante en busca de mejorar sus vidas. Siquiera un poco. Trivago, Booking, Skyscanner, Click&boat, Tripadvisor... todo el mundo a nuestra disposición en el móvil; busca, compara, ahorra un poco pero gasta mucho y si encuentras una vida mejor, hazla tuya... por unos días. Hay que irse, viajar, ausentarse y si es preciso hacer un Etxebeste. ¿Recuerdan a Ramón Agirre y Elena Irureta en aquella otra película, hace casi veinte años, de Asier Altuna? Queremos, como sea, parar dos semanas. Y nos movemos, como locos, hasta el dolor de pies, durante once meses y medio para poder hacerlo. ¿Dónde has ido? ¿No vais a ninguna parte? ¿Volvéis a...? Consumidores compulsivos de ocio enlatado durante tres estaciones, nos consumimos todo el año para en verano pretender que sorberlo en una terraza distinta y tras unas gafas oscuras convierte esa misma lata en ocio fresco. Airbnb, Kayak, The Fork, Minube... ¿Les suena la música? Todo a su disposición en un click, cuestión de segundos, reserve hoy para el verano que viene o cambie su casa por la de un italiano de Siena. ¿Que no es necesario? Hay que. Es agosto. O fue julio. Viajad, viajad, malditos.