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Mesa de Redacción

Arantza Rodríguez

A Sánchez también le llueve

VALE que dormimos fresquitos y que cuando nos jubilemos musitaremos en Santa Pola aquello de “¡Qué verde era mi valle!”, pero hasta entonces empuñar el paraguas en agosto, en vez de la sombrilla, no tiene ni pizca de gracia. Tampoco estar tan pichi en la playa y tener que salir por patas por una galerna. Por mucho que a algunos les guste fardar de los fenómenos meteorológicos km 0, sirimiri y nubarrón de bienvenida a Mordor incluidos. Creo que los diseñadores han vuelto a poner de moda el bikini de cintura alta porque les damos pena. Por eso o porque ya los habían reducido tanto que lo siguiente era pegarse un sello en los pezones y tirar millas. Y, claro, ahí ya entrarían en conflicto con los de Correos, que después del tute con los votos en las elecciones de julio no estarán para más papeletas. Los que siguen siendo minúsculos son algunos pantalones cortos. La RAE los define como aquellos que no llegan a la rodilla. Me meo. ¡Si no llegan ni a las ingles! Y las que los lucen andan todo el rato tirando de ellos hacia abajo como si les preocupara que se les viera el culo. Doy fe, se os ve. Y no tiene solución, a no ser que cambiéis los tangas de plástico reciclado por bragas de algodón a prueba de temporal. Con las de antes y unas clavijas podías improvisar un vivac. Ahora, para útiles, las prendas reversibles, como la guayabera-chubasquero. A Sánchez le vendría de perlas porque está de vacaciones en Marruecos y le llueven las críticas.

arodriguez@deia.eus