LA semana pasada nueve robots humanoides ofrecieron la primera conferencia de prensa de este tipo en la historia. Entre los mensajes que transmitieron a los humanos destacan dos. Por un lado, dijeron que es cuestión de años que su presencia se generalice y pidieron a los humanos que no se les tenga miedo. En segundo lugar, aseguraron que ni pretenden montar una revolución ni robarles sus empleos. Grace, la primera robot enfermera del mundo, calculó que humanoides como ella estarán muy presentes en hospitales y centros sanitarios en un horizonte no mayor de diez años, mientras que Ameca, un robot conversacional, pidió a la gente entender que los robots como ella pueden ayudar a hacer el mundo mejor. La polémica se encendió con rapidez. Un compañero me dijo que le daba pavor pensar en un mundo sin alma. Para otro, no tardará tiempo en llegar el momento en el que nos sustituyan porque, según su opinión, lo primero que han hecho es aprender a mentir. Se refería a que sí nos quitarán trabajos. Los más escépticos con el tema se mostraron totalmente despreocupados argumentando que no será ninguna bicoca para ellos quitarnos los trabajos que hay hoy en día y, finalmente, los más entusiastas con la inteligencia artificial confían en que sirva para mejorar la vida de los humanos. Lo único que tenemos de momento es su palabra. Si es que esta sirve.