No, no hace falta ser una eminencia de la economía de consumo, de la economía que consume, nos consume y consumimos, para prever que los precios de los alimentos no volverán a ser los que eran, menos los que fueron. Aita ha dicho más de una vez que nunca en sus ya casi 90 años han caído los precios de las cosas de comer, que el coste de los alimentos y los artículos de primera necesidad, incluida la vivienda, nunca ha sido, ni será, más bajo que un par de años antes. Reconoce, eso sí, que su generación, al menos, fue ganando de forma paulatina poder adquisitivo... hasta que las eminencias de esta economía de consumo que nos consume definieron la primera gran crisis, aquella del petróleo de finales de los 70, y empezamos a concatenar una tras otra. Crisis digo. En las últimas, desde 2008, el problema no es que los precios de lo que consumimos se hayan disparado repetidas veces, sino que en década y media el poder adquisitivo de los salarios apenas se ha revisado... si se ha revisado, que algún caso hay en que el de hoy es idéntico al de hace tres lustros. Así que ni extraña que Tupperware Brands Corp., la empresa de Orlando que inventó el táper, ese artilugio del demonio en el que uno puede comer sin dejar de trabajar, se plantee el cierre. ¿Porque ahora los hacen en China? ¡Quiá! Seguro que alguna eminencia financiera de esta economía de consumidos ha deducido que, a este paso, ni llenarlos podremos.
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