COMO opinadora exprés, de esos que ojean un titular y sentencian, confieso que pasar 500 días sola en una cueva, como ha hecho Beatriz Flamini, más que una gesta, me pareció una ida de olla. Luego leí que es una deportista de élite que quería poner a prueba su fortaleza física y mental y que ha participado en varios estudios para evaluar las repercusiones de haberse sometido a esas condiciones extremas. Sobre lo primero, nada que objetar. Si no hay daños colaterales, cada cual con sus retos. Como si alguien quiere enterrarse en la huerta hasta el cuello y emular al hombre berza de Amanece que no es poco para ver si echa raíces. Respecto a lo segundo, todo por la ciencia, aunque a veces nos salga rana, como aquel experimento sociológico que decían que era Gran Hermano. La mujer tenía previsto salir hoy. Pena que no haya aguantado un poco más para descubrir algo de vital importancia para la humanidad, esto es, si en caso de no presentar la declaración de la renta, bajo tierra también te encuentran los de Hacienda. Apuesto un carro de la compra a que sí. Eso es tesón y lo demás son tonterías. Como plan de finde, estaría bien hacer un retiro espiritual o espirituoso en una cueva. Ahí no llegarán whatsapps. Menganito tiene fiebre, no irá al cumple. Tres qué pobre. Seis que se mejore. Un qué pena. Menganito está mejor. Tres qué bien. Siete me alegro. Menganito ha vomitado. Yo estoy a punto. Toda una prueba de fortaleza humana a cota cero.

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