Entre meretrices y proxenetas anda el juego después de que un gran jurado de Manhattan haya encausado a Trump por el pago de 130.000 dólares a una actriz porno a cambio de su silencio en 2016, en plena campaña electoral. En una decisión sin precedentes, se convierte en el primer expresidente de EE.UU. imputado con cargos penales. El magnate recuerda a Al Capone, que acabó en el trullo por evasión de impuestos, en lugar de por décadas de trayectoria sanguinaria y criminal. Porque el Pato Donald ha hecho cosas más gordas que pagar dinero a una tal Daniels para que guardara silencio. Por ejemplo, instigó el asalto al Capitolio, basado en una sarta de mentiras. Trump es un megalómano narcisista que no dudó en intentar un golpe de estado que costó cinco muertes para su mayor gloria. Solo por eso debería de estar en la cárcel pero también le ronda el tema de los documentos secretos y, sin embargo, ahí anda, en su mansión, tan tranquilo. ¿Podría Trump acabar entre rejas? No. ¿Podría aspirar de nuevo a la Casa Blanca? Sí. Porque el hecho de que ser imputado por corrupto impulse su candidatura no sorprende. Ya dijo él mismo que podía disparar a la gente por la calle y le seguirían votando. Encima tiene su propio club de imitadores; Bolsonaro, Erdogan, Abascal. Un clan de vividores metidos en política. Me dan pena los yankis. Tendrán que escoger entre un señor bastante senil y un millonario anormal. Difícil elección.