HAY tantos fuegos encendidos en Madrid entre socialistas y populares que resulta todavía más difícil contarlos que apagarlos, si alguien tuviera el más mínimo interés en hacerlo, una cosa y otra. Al cierre de estas líneas, no tengo claro si Feijóo ha pedido la convocatoria del Pacto Antiyihadista para aclarar los sucedido en la Complutense o si plantea la reunión de algún foro fuera de radar en respuesta a la célula durmiente de la KGB en Miranda de Ebro. En lo de los tanques parece que hay consenso entre ambos partidos, ese tema va sobre orugas tractoras. Algo es algo, aunque no está claro ni cuándo ni en qué estado van a llegar los carros de combate españoles al frente. Los analistas que auguraban que la guerra de Putin se desarrollaría a todo tren se equivocaban de largo y ahora los tanques parece que lo van a complicar todo aún más. A la espera de la aportación de España –qué diría Xabier Arzalluz al saber que de alguna forma revive la División Acorazada Brunete, la de verdad, no la mediática–, Ucrania recibe más respaldo para el frente bélico y Rusia anuncia que responderá con contundencia. Por ahí no parece que la cosa tenga solución. Se echa de menos cintura para el diálogo por ambas partes y, por supuesto, una mediación de altura. Algo parecido ocurre en la política estatal. Es posible que lo de los tanques sea un punto de partida para que unos y otros se centren en solucionar los problemas de los ciudadanos. Pero lo más probable es que termine siendo una idea para reforzar los bloques.