Que Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón anduvo, disoluto él, de aquí para allá cuando ya en la treintena iba a heredar el franquismo hasta se registró en los archivos de la Organización Contrasubversiva Nacional, primero, y el Seced de Carrero Blanco, después; finales de los 60 y parte de los 70. Que en ese andar anduvo además, crápula él, de comisión en comisión tiene letra en el índice de ficheros del Cesid, primero, y del CNI, después; mediados de los 80, los 90 y algo de este siglo. Con sello de “altos secretos de Estado” en carpetas de “interés para la seguridad nacional” a no desclasificar en 50 años. De aquella ceca, que en Al-andalus era la casa en que se acuñaba moneda, pasó a la meca, en realidad Abu Dhabi, al otro lado de la Península Arábica, donde lleva dos años y medio de senectud. Con seis décadas de diferencia, Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón, conocido como Froilán, no precisamente a secas, parece haber heredado los genes disolutos y crápulas de su borbon-antecessor y también tiene registro en archivos del Estado, policiales estos, tras su implicación en una pelea a navajazos a las puertas de una discoteca. Así que el borbonieto ha seguido al yayoborbón hasta el dorado emiratí. Y mientras, de aquel otro, generación intermedia, a quien el obispo Morcillo bautizó Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia, no se registra un ruido. Que les haga una canción Shakira.