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MESA DE REDACCIÓN

Susana M. Oxinalde

La importancia de contar

SE ha celebrado que España cuente desde ayer con un registro oficial de mujeres asesinadas a manos de hombres que no eran su pareja o expareja. Leen bien porque antes de este 2022 ese registro no existía, una macabra lista que ahora anota las asesinadas por un familiar, alguien que conocía o una muerte al asalto. Ninguna de ellas hasta hoy contaba salvo en las noticias para después perderse en la desmemoria del tiempo. Hoy sabemos que en lo que llevamos de año casi han llegado a la veintena y complaciéndonos porque estén presentes para las instituciones en algo tan laborioso como es la prevención. Saber que fueron 19, un frío registro que ayudará a implementar herramientas para evitar que suceda y comprender el alcance de los asesinatos. Como el de Nagore Laffage, Laura Luelmo, Diana Quer y tantas otras mujeres desagregadas, como la cifra que representaban, cuyas historias conocimos pero que no contaron salvo para los que vivieron sus muertes con indignación y una profunda pena. Es triste comprobar, como así seguro lo hace algún lector, que no solo desconocían que esas muertes no entraban en las estadísticas; hoy saben que son 19 pero tampoco sabrían decir cuántas, a 13 de septiembre, han muerto a manos de sus parejas o exparejas. Son 28. Contar mujeres asesinadas nunca puede ser una buena noticia pero hoy hay otra herramienta para extraer aprendizajes. Monitorizar el problema es abordarlo pese a que la sociedad, comprensiblemente, ya haya perdido la cuenta.

susana.martin@deia.eus