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MESA DE REDACCIÓN

Asier Diez Mon

Sensatez

SIN que esté claro la fase de la pandemia en la que estamos, en la playa la gente habla del covid en pasado. Hay quien comenta que no había “cogido un avión desde la pandemia” y quien se conforma con haber “salido a cenar por primera vez” desde entonces, pero, en general, la sensación es de alivio, de final de la guerra. Se respira en el ambiente el rescoldo de las brasas, aunque el incendio sigue activo. Pero más allá de la relajación de las medidas de prevención –entre ellas, y la más flagrante, la reserva a la hora de acudir a grandes aglomeraciones en modo descontrol–, lo más sorprendente es que hayan vuelto a ser norma usos y costumbre que durante la pandemia quedaron señalados como foco de contagio. Por ejemplo, algunos parecen que estaban ansiosos de que llegara el fin de las restricciones para poder consumir en la barra del bar y volver a ser una barricada para el resto de clientes aun habiendo sitio libre en la mesa. Ahí están de nuevo en primera línea. Lo de respetar la distancia de seguridad en el supermercado también ha pasado a mejor vida, lo mismo que ponerse guantes para coger la fruta. Se entiende que al levantarse el telón de las restricciones muchos hayan decidido dar rienda suelta a la fiesta, pero, dentro del drama humanitario y las medidas sociales de la pandemia, cuestiones como las arriba señaladas y otras tenían toda su lógica de cara al futuro y a minimizar el riesgo de la llegada de nuevos episodios similares. No se trata de asumir que ya nada será igual, sino de sensatez.