EL fútbol vuelve hoy a San Mamés tras dar protagonismo a Fito y a Metallica y el Athletic ocupa de nuevo parte del tiempo del forofo, si es que alguna vez lo ha dejado de hacer. Todos los inicios de campaña son ilusionantes y este, también. El caso es que en esta ocasión el arranque está condicionado por Iñigo Martínez. Un ejemplo de libro de la tiranía del mercado futbolístico. A la espera de ver cómo acaba el culebrón y con la sospecha de que el Barcelona ha picado varias flores y al final ha desechado la del central del Athletic dejándole en una complicada situación, el hilo de esta columna va más allá de este caso. Se ha normalizado la compraventa de jugadores a precios astronómicos, vergonzosos en comparación con lo que aportan a la sociedad. Sé que el discurso es simplón, pero no por ello inconsistente. Hay máquinas utilizadas en la lucha contra el cáncer que cuestan menos que los 80 millones de euros que figuran en la cláusula de Martínez e inferiores también al desembolso que han realizado algunos equipos de fútbol esta pretemporada. Y el campeón de esa liga del despilfarro es el Barcelona y sus ventas de derechos televisivos. Es el modelo de los grandes magnates sin escrúpulos, capaces de explotar a trabajadores en países en desarrollo, despedir a miles de personas si la estrategia de rentabilidad así lo requiere o esquilmar recursos naturales. El talonario de esos equipos compradores que cada verano montan un mercado persa es paradigma del mercantilismo más salvaje. l