E acerca el 8 de Marzo y empiezan a llover las propuestas desde diferentes asociaciones de mujeres. Como todos los años, me sorprende todavía lo lejos que nos encontramos de la ansiada igualdad. Las brechas salariales y profesionales son todavía tan importantes que da vergüenza leerlas en pleno siglo XXI. ¿Cómo es posible que se sigan manteniendo estas diferencias? Pero hay una reivindicación que me ha llamado especialmente la atención. El Gobierno vasco y Emakunde han anunciado que van a centrar su campaña en Euskadi en denunciar la presión social que sufren las niñas sobre su aspecto físico debido a la explotación mediática cada vez más intensa del cuerpo femenino y tratará de liberarlas de esos exigentes cánones de belleza. Protagonizada por cuatro niñas, tiene el objetivo de demostrar que aún hay tiempo para evitar que las próximas generaciones de mujeres sufran esta presión sobre sus cuerpos y su aspecto físico, que resulta tan limitante para sus vidas. Son las propias niñas las que interpelan a la sociedad con el mensaje: "¿En serio? ¿Es esto lo que queréis para nosotras?". Actualmente, la mayoría de los hombres no ejercen un machismo puro y duro, al menos en el mundo llamado desarrollado. Pero la cosificación deshumaniza a las mujeres y las muestra como objetos no pensantes que pueden ser expuestas, explotadas y utilizadas como se desee. Hay que cambiar las cosas desde la niñez. Cuerpos sí, pero cosas no.
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