A amenaza se la atribuyen a Jordi Cañas, dirigente de C's: "Os vamos a montar un Úlster que os vais a cagar". Primero golpearon con el 155 y mandaron barcos de policías, y ahora se cogen la parte por el todo para generar un clima bélico en Catalunya a cuenta de un presunto caso de acoso a una familia que demanda que a su hijo se le imparta el 25% de clases en castellano ordenado por los tribunales. Como el Sálvame del viaje de Yolanda Díaz a Ciudad del Vaticano no les da más que para un capítulo estéril de su epopeya contra el universo, a la derecha política (y hasta a algún socialdemócrata) y su clan mediático le ha caído como regalo navideño este nuevo ataque al modelo de inmersión lingüística para rescatar de su Decameron de fabulaciones las analogías con el apartheid o la Alemania nazi. Sin sonrojarse y regando la calle de toxicidad para tejer su discurso de que existe un problema de convivencia y no de independencia. Que la lengua cervantina no está en peligro en Canet ni en Sant Martí d'Albars, donde el 97% vota en pro de la ruptura, lo sabe hasta el acérrimo franquista Pío Moa. Es más, los estudios reflejan que desde 2005 se han perdido medio millón de hablantes en catalán; y que los alumnos que lo usan en trabajos grupales han pasado del 67,8% en 2006 al 21,4% en 2021. Son los sofismas delirantes los que condujeron a regímenes del terror. Y el soberanismo vasco, que apenas ha abierto la boca, debería preocuparse del efecto rebote.

isantamaria@deia.eus