L comisario europeo de Economía, Gentiloni, llegó ayer a Madrid a supervisar los planes españoles en plena pelea matrimonial entre PSOE y UP. Se ha dicho que estas dos crisis trenzadas en el cogobierno, la de quién lidera la reforma laboral y el famoso escaño canario es la madre de todas las crisis de un gabinete, que sí, tiene a dos partidos gobernando y ha tenido que pasar lo inevitable: que no hay costumbre. La reunión ayer de seguimiento del pacto sirvió para lo previsto: acordar otra tregua hasta la siguiente porque la de este Ejecutivo es una verdad sencilla: o se rompe una coalición de izquierdas o se refuerza la de derechas. En tanto, el espectáculo sigue siendo poco edificante para esos partidos socios en el hemiciclo que andan pensando en si apoyan o no los presupuestos viendo cómo el gobierno no está para mucho cumplimiento en plena guerra de los Rose, ahí donde algunas leyes se las tiran a la cabeza y otras por aprobar acaban estirándolas de cada brazo en busca de la batuta primero y la medalla después. Esta es la resucitada socialdemocracia española en el Progreland fetén que nos prometieron, una vez más, gobernando a rodillazos por ver quién lidera las buenas noticias mientras silban las balas en el Twitter. Demasiado ruido sin consecuencias para un consejo de ministras acostumbrado a los cierres en falso. Más peso político de los protagonistas ayudaría a aclarar quién manda o al menos quién coordina.

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