O debemos estar pispándonos de nada sobre la escalada de la luz, porque a pesar de ser el atraco más popular y en menos tiempo que nos han endosado en algo tan necesario como cotidiano, ni nos quejamos ni nos echamos a la calle. Desde que antes del verano nos vinieron amenazando con el Franjapoly, conminándonos a hacer nuestro propio negocio con la electricidad, es decir, ahorrando, todo han sido malabarismos nocturnos de lavadoras noctámbulas y ollas exprés silbando de madrugada. Sin embargo, de nada ha servido. Como un yonki, el famoso pool eléctrico, que no es una piscina con luces, siempre quiere más y los sustos van por días, en cascada y a nivel consecutivo. Así que por mi parte me despreocupo de las noches en vela y empiezo a ocuparme de enchufar todos los electrodomésticos cuanto antes, no sea que la luz de mañana sea más cara. Y mañana haré lo mismo, seguiré consumiendo todo lo que pueda en previsión de que el voraz e insidioso pool se desborde al día siguiente una vez más. Vivo con este miedo a los máximos históricos del futuro, que te atracan a traición y te enteras por el teletipo, teniendo que abordar el zafarrancho de todo lo que tenga botón de encendido el mismo día, mucho antes de que amanezca y el atraco vuelva a subir con los maitines. Yo ya no me fijo ni en la hora ni en las franjas, sino en el calendario. ¿Que sube mañana? Pues pongo la lavadora hoy. Y mañana la de pasado. Y al siguiente... será otro día.

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