O ganamos para paradojas. Tras casi un año esperando para salir a la calle sin mascarilla, pones un pie en la calle, pero dudas y decides ir con ella hasta ver cómo va el resto. Los nuevos tiempos tienen estas cosas incomprensibles, unos se resisten a bajar la guardia y otros se van de fiestón a Mallorca. Hay que reconocer que casi todo está patas arriba tras el revolcón del virus. Así que no es extraño que, a pesar de que uno de los pocos consensos que nos quedan es el reconocimiento de la labor del personal sanitario y la certeza de que es necesario reforzarlo, el IMQ se encuentre ante un cruce de vías en el que se juega su futuro. El debate interno ha sido intenso durante los últimos dos años y los accionistas decidirán el próximo miércoles un nuevo rumbo. Solo queda desear que el buen juicio les acompañe en su decisión y que los que sigan en el barco vuelvan a remar en la misma dirección. Hay frentes informativos que enriquecen al periodista con nuevos horizontes de conocimiento. En este caso, además, he tenido la oportunidad de conectar con personas que valen la pena. A raíz de un respeto atávico a la profesión médica, siempre he sentido admiración por esos profesionales de vocación. Eran los primeros de la clase, los que rozaban el 10 en selectividad y los que sacaban adelante una carrera fuera del alcance de la mayoría de los mortales. Ahora, también son buenos amigos a los que hay que pedirles que lo que decidan el miércoles sea lo mejor para ellos y para sus pacientes.